En nuestra sociedad,
por desgracia, a menudo se considera el parto como un mero trámite, algo por lo
que hay que pasar para poder tener a nuestro bebé en nuestros brazos. Nuestra
visión del parto, por lo general, tiene una fuerte carga patológica, casi
catastrofista, y albergamos muchas ideas falsas y llenas de prejuicios sobre el
mismo. El nacimiento, en lugar de ser un acontecimiento bello y cargado de emoción,
nos parece algo desagradable e incluso muy peligroso. Por ello muchas mujeres
nos enfrentamos al parto deseando que acabe pronto y, si es posible, que no nos
enteremos de nada. Nos aterra el dolor y vivimos el parto atemorizadas. No se
nos ocurre pensar que podamos disfrutar con nuestro parto, que dar a luz puede
ser una experiencia incluso placentera.
De esta manera, muchas
mujeres esperan, desean e incluso piden al personal sanitario que las atiende
durante el parto que “hagan cosas”, que aceleren el proceso y les eviten sentir
lo que está ocurriendo en su interior. No solemos conocer, ni se nos explica,
que esas intervenciones tienen consecuencias negativas para nosotras y nuestros
bebés y que son perjudiciales para el normal desarrollo del parto. Se
identifica erróneamente “parto intervenido” con “parto seguro”, cuando es justo
lo contrario: si se interviene innecesariamente se pone en peligro la salud de
los implicados.
Con frecuencia solo se
valora que, al final del proceso, estamos vivas y nuestros hijos también,
olvidando las secuelas físicas y psíquicas de las intervenciones sufridas. A
veces, lo único que parece importar a las familias y al personal sanitario es
que “el producto” del parto (como se denomina en obstetricia al bebé) haya
sobrevivido al supuesto peligroso trance que supone el nacimiento,
independientemente de lo que haya ocurrido durante el proceso y de cómo ello
pueda afectar a madre, bebé y la relación entre ambos. Se resta
importancia al parto en sí, y por tanto también al nacimiento. Parece que da
igual nacer de una manera u otra, no se conoce o se prefiere ignorar cómo
influye en un ser humano, el modo en que nace y cómo son sus primeros momentos,
horas o días en este mundo.
Pero el parto sí importa y el nacimiento
también. Es obvio que no es lo
mismo parir con prisas que con tranquilidad, acompañada por alguien de
confianza que sola, y no es igual dar a luz con cortes que sin ellos. No es lo
mismo nacer cuando se está preparado, que ser forzado a nacer antes de tiempo.
No es lo mismo nacer tras haber tenido sufrimiento fetal, que nacer sin haber
sufrido ningún estrés. No es lo mismo nacer y encontrarse en los brazos de la
madre, que nacer y sentirse solo y desamparado en una incubadora.
El tipo de parto influye en la mujer. Influye
en su confianza en si misma y en los que la rodean. Influirá en cómo se sienta
física y emocionalmente tras el mismo y en cómo se enfrente al cuidado de su
bebé. El tipo de parto y la percepción que la mujer tenga del mismo influye en
su vida reproductiva posterior, en su decisión de ampliar o no su familia en el
futuro, y en que lo haga antes o espere más tiempo.
Por otro lado, el tipo de nacimiento influye
en el bebé. Influye en su actitud
en los meses posteriores, en su nerviosismo y la facilidad o dificultad que
encontraremos para calmarle. Influye en el éxito o fracaso de la instauración
de la lactancia. Influye en la manera en que ese bebé se relacionará con el
mundo exterior, bien con curiosidad y arrojo o con recelo y miedo. Suele
decirse que “la primera impresión es la que queda” y si la llegada al mundo del
bebé es traumática, su percepción del mismo será la de un lugar duro y sin
contemplaciones, lo que probablemente dejará una huella perceptible en su
personalidad.
Cada
parto es único e irrepetible, nacemos una sola vez, y lo que ocurra en esos
momentos nos acompañará toda la vida. Porque esta experiencia nos marca, todos
debemos velar por cuidar que tenga lugar de una manera saludable y
satisfactoria. Por el bien de las madres, por el bien de los bebés, por el bien
de todos, tenemos que tomar consciencia de que el parto sí importa y que no sólo es importante sobrevivir al parto, sino
hacerlo de una manera sana y feliz.
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Imagen de Amanda Greavette.