Las Etapas Holísticas del
Nacimiento, por: Whapio Diane Bartlett.
Parte I a VI.
I. "Embarcación”.
Prelabor y trabajo de parto latente.
El trabajo de parto es un viaje. La preparación, a
menudo, ha sido compleja, consciente e incontenible. Normalmente hay un ritual
importante de preparación antes del evento en sí: lo llamamos anidar, la madre
se mueve en una última ráfaga de actividad, encargándose de los últimos
detalles: la ropa está lavada, el refrigerador está lleno, la casa está en su
lugar… todo está en orden.
Anidar es parte de embarcarse. La madre siente que
el parto está cerca. Quizá algunas contracciones y la pérdida de un poco de
tapón mucoso den una pista de que el viaje está a punto de empezar.
Y así es que empieza. La embarcación es también el
momento en que la mujer se da cuenta que el trabajo de parto está realmente
aquí. La madre está emocionada, puede que un poco nerviosa, y ocupada en
asegurarse que sus seres queridos estarán bien cuidados mientras ella se va.
Mientras el viaje se emprende, puede que la mujer llame a sus familiares para
despedirse o, dependiendo de sus costumbres y sus maneras, puede que se aleje
silenciosamente en compañía de su pareja y sus acompañantes. Normalmente, en
estos momentos, avisa a los cuidadores que ha elegido. Si va a parir en casa,
avisa a la partera, que puede llegar o no llegar inmediatamente, dependiendo de
la preferencia de la madre. Si planea parir en un hospital o un centro de
partos, puede avisar a sus cuidadores y permanecer en casa hasta que ocurra un
cambio. A menudo, las mamás desean pasar un tiempo aclimatándose a la sensación
de su cuerpo antes de conectarse con sus cuidadores. La mayoría de las mujeres
están conscientes de que el parto está aún en sus etapas tempranas ,están
emocionadas y manejando muy bien esta energía.
Durante este tiempo la madre siente a menudo ganas
de hablar y compartir sus impresiones, mientras sus sensaciones la alejan de la
realidad ordinaria. Puede que quiera conversar y que comparta información
acerca cada sensación. Normalmente se mantiene centrada mientras está siendo
estirada y moldeada; sus sensaciones se vuelven más fuertes, más intensas,
poderosas. La mayoría de las mamas experimentan esto en grados variables de
dolor. Las olas de las expansiones se repiten, incrementando la intensidad y la
frecuencia y la mujer es llevada hacia lo desconocido. En el lenguaje moderno
este tiempo sería considerado como podromos y la fase latente de la primera
etapa del trabajo de parto. Físicamente, el cérvix ha empezado a borrarse y
dilatarse y esta etapa dura hasta que la madre alcanza entre 4 y 5 cm. de dilatación.
Las contracciones suelen durar entre 30 y 45 segundos, cada 5 o 10 minutos.
Mientras la mujer se acerca al abismo que la separa de su realidad ordinaria,
las expansiones aumentan en intensidad y se vuelven coordinadas y rítmicas. Se
hace evidente que la mujer está siento llamada, está menos presente en la
realidad cotidiana con cada expansión. Sus ganas de conversar desaparecen, y es
remplazada con una continua seriedad. Cuando la mujer se siente a sí misma
jalada hacia el Velo, probablemente quiera contactarse con sus cuidadores.
Puede necesitar la presencia de su partera o su médico porque se da cuenta que
está dejando la realidad cotidiana, dando un paso definitivo hacia lo
desconocido, y desea que sus cuidadores estén listos y alertas para presenciarlo.
"
II. "Entrando en el velo".
Primera etapa, parto activo.
La madre llega a un punto en su viaje en el que es tiempo de que siga adelante
sola. Las endorfinas liberadas por su cuerpo durante
la embarcación han empezado a cambiar su estado de conciencia y la mujer entra,
más profundo, en un mundo de realidad alterada. Viaja hasta la orilla de su
realidad normal, cruza el velo y va más allá. El Velo es el nombre que doy a la
cortina que separa la realidad ordinaria del estado alterado profundo. Los
patrones de ondas cerebrales cambiaron de Beta (la realidad ordinaria) a Alfa
(la orilla del subconsciente) en la fase de embarcación. Ahora, en la siguiente
etapa del trabajo de parto, las ondas cerebrales se vuelven aún más lentas y la
madre entra profundamente en Theta (el subconsciente). La soledad refleja el
hecho de que la mujer se ha movido a un lugar de autodirección que parece
surgir de un lugar muy centrado y a la vez alterado dentro de ella. El velo es
la etapa del trabajo de parto que anuncia el cambio hacia este nuevo lugar.
Esto no significa que la mujer quiera estar sola y el resto de la gente sea
irrelevante. Más bien, señala el cambio hacia este mundo de mayor
autodirección.
La madre puede acercarse al velo en varias
ocasiones antes de decidir seguir adelante. Hay circunstancias que también
pueden impedir que avance a través de él: cuestionamientos constantes, sobre
todo acerca de asuntos mundanos, e interrupciones hacia el ritmo de la madre
sirven para traerla de vuelta a la realidad ordinaria.
Durante el velo, la mujer ya no siente ganas de
hablar ni conversar y con frecuencia la experiencia de algo más serio y
profundo se presenta por sí sola. La mujer empieza el proceso de separación, y
a pesar de que sigue consciente de los detalles específicos que ocurren en el
cuarto, deja de interesarse en ellos.
Hay también un olor palpable en el aire o un cambio
de color sutil, pero perceptible en el cuarto, que marca la presencia de la madre
en el velo. Muchos cuidadores y acompañantes del parto pueden calcular el
avance del parto por estas señales, haciendo que los exámenes vaginales a esta
altura sean redundantes. Yo he experimentado cambios de color y he descubierto
que son muy confiables y de gran ayuda para mí mientras soy testigo del
trayecto de la madre.
En términos convencionales, la madre alcanza los
4-5 cm. de dilatación y el carácter del trabajo de parto cambia. Las
expansiones comienzan a durar hasta 60 segundos, cada 5 minutos. En el estado
beta, la mujer empieza a actuar más “fuera de sí” y a estar menos concentrada
en sus cuidadores.
III. "Entre los mundos".
Primera etapa, parto activo.
Durante este tiempo la madre desea privacidad,
silencio, calor y la intimidad de la oscuridad. Mira a su Guardián para
asegurarse de que está segura y de que nadie va a alterar lo sagrado de su
travesía distrayéndola o poniendo expectativas en ella. Pero lo más importante
es que la mujer mira a su pareja para ver si él* está ahí, con ella. Se conecta
con él para traerlo hacia el vórtice y entonces juntos comienzan a hablar un
lenguaje silencioso, mientras las sensaciones entre ellos se vuelven más
intensas y poderosas. Nadie debe interrumpirlos, pues están entre dos mundos.
Entran en sintonía con el ritmo de este proceso y quizá con el espíritu y alma
de su hijo. Pueden llegar a tener visiones, ver colores, escuchar la voz de su
hijo. Cualquiera que sea su experiencia, es única y relevante para ellos como
pareja, padres y familia.
Este lugar entre los mundos es el estado de trance
donde se da la oportunidad de acceder a un estado místico de transformación.
Descubrimientos profundos pueden ocurrir, nuevas verdades pueden hacerse
evidentes. Esta realidad no ordinaria puede traer nueva información y nuevas
perspectivas que cambiarán para siempre la conciencia individual y de la
familia. La madre ya no está en Beta, ha pasado Alfa, y se encuentra moviéndose
hacia el estado de conciencia más profundo: Theta y Delta (más allá del
subconsciente y hacia el inconsciente). Es muy importante, no interferir con la
pareja y su trabajo, y rara vez es necesario.
La madre se pone en pie, moviéndose con su parto,
moviéndose con sus expansiones, las cuales se vuelven más largas e intensas –de
60-75 segundos hasta casi 90- La dilatación pasa de los 5 a los 8-9 cm. Ahora
sí, el trabajo de parto se considera duro y normalmente doloroso… o al menos,
fuerte e intenso. La mujer tiene estrategias para sobrellevarlo. No está
perdida. Tiene lo que necesita para encontrar su camino. No suele necesitar
palabras… sólo el aliento de sus acompañantes, quienes le brindad privacidad y
seguridad, aunque algunas veces suaves murmuros de afirmación y respeto ayudan
a la mujer a entender que tú estás ahí por si te necesita. A veces tararear o
cantar suavemente, desde otro cuarto, puede darle a la mujer el consuelo que
necesita. La madre puede desear sentir el tacto de sus acompañantes, tener
contacto visual, los poderes sanadores del agua… o nada de eso. He aprendido a
no hacer suposiciones, ahora sigo a la madre y su proceso. El arte de la
partería es inherente en poder darle a la mujer lo que necesita, ya sea que
desee compañía o soledad, contacto visual o alguien en el cuarto de al lado. El
arte está en poder ser capaz de individualizar tu presencia hacia las
preferencias de cada mujer. Yo normalmente me coloco en una esquina, observando
silenciosamente, sin entrometerme en la privacidad de la pareja. La verdad es
que ¿qué podría salir mal si la proveedora está tejiendo en la esquina?
La mujer escala más alto, a la vez que se sumerge
más profundo.
IV. "La llamada".
Final de la primera etapa-Transición.
La madre se hace consciente de que se está
acercando a la cima. Está profundamente metida dentro de un torbellino, más
allá de todo lo que ha conocido. Ha estado continuamente abriéndose a la
sabiduría, abriéndose a la revelación… y ahora se encuentra cara a cara con la
cúspide de su parto. Esto es por lo que ha venido: se acerca a ese nuevo
espíritu, a esa nueva persona que es su hijo/a y el hijo/a de su pareja, y trae
esa alma hacia la Tierra. . La madre escucha la llamada, y a la vez llama ella
a su hijo, y juntos hacen el viaje de regreso. Puede ser el momento más difícil
e inestable, pero también es el que menos dura. La mujer necesita concentrar
todas sus reservas y necesita saber que su pareja está totalmente presente y la
apoya. Asume que su cuidadora le está siguiendo el ritmo y manteniendo todo
firme al otro lado de la tormenta. La mujer es más fuerte y valiente que nunca
en la vida.
La transición se considera la etapa más intensa
para la madre. Las expansiones son largas y duras, alcanzan hasta 90 segundos o
más y vienen entre cada 1 y 3 minutos. La mujer alcanza la dilatación completa,
los 10 cm. Esto es lo más abierta que una mujer puede estar. Puede que, por un
instante, durante esta apertura total, la madre no sepa qué hacer ni qué decir.
O puede ser que diga que ya no puede más, o que quiere irse a casa. Puede tener
las pupilas dilatadas y buscar la presencia de sus acompañantes. Puede ser que
pida ayuda, pero algo de lo que me he dado cuenta, es de que no se trata de una
auténtica necesidad de que alguien haga algo, más bien es la manera de pedir
ser presenciada en esta fase tan dura. Hay veces que la presencia de otra
persona, especialmente alguien que la mujer quiera y en quien confíe, puede
restaurar la calma. Y otras veces la presencia de alguien más hará a la mujer
sentirse segura para entonces poder gritar hasta el fin del universo. Su
tormenta personal la puede llevar lejos de la realidad ordinaria. La mujer se
convertirá en la tormenta, se volverá salvaje y muy poderosa. Puede que los
acompañantes y la pareja se impresionen, o incluso se intimiden. Pero la mujer
encontrará su manera, sin importar cuánto le lleve.
Es importante recordar que el parto no es de un
modo en particular. Algunas mamás están tranquilas, algunas se vuelven
salvajes. Algunos partos están llenos de dolor, otros son soportables, algunos
hasta son orgásmicos. No pretendo decir que cierto tipo de parto es mejor o es
más consciente que otro. Lo que quiero decir es que cuando la mujer está dentro
de su poder auténtico, sin importar cómo se manifieste eso, su parto es normal,
natural y perfecto para ella. También quiero decir que cuando una mujer tiene
grabadas ciertas costumbres, ya sea por su cultura o por ideas que ha tomado de
sus proveedores , o cuando se le impide acceder a su sabiduría instintiva, su
experiencia puede ser insoportable, agonizante, fuera de control, humillante y
vergonzosa.
En este momento, la mujer debe de encontrar su
propia manera. Necesita escuchar la llamada en su propio lenguaje y en sus
propios términos. Cuando lo hace, el viaje de regreso puede empezar. Cualquier
distracción en este momento puede ser confusa y hasta peligrosa, aunque he
observado a mujeres ser flexibles y poderosas y elevarse por encima del peligro
y de las distracciones con una regularidad increíble. Durante este momento de
apertura, las mujeres encuentran su manera, se encuentran a sí mismas,
encuentran su poder y su voluntad y entran en comunión con fuerzas más grandes
de lo que jamás habían experimentado.
Una vez más, el arte consiste en observar sin
molestar el proceso.
V. "La quietud".
Fase de descanso.
Es el momento de gran calma y paz que ocurre justo
después de la transición. Todo se vuelve tranquilo y silencioso y la mujer sabe
que YA pasó. Sabe que ha encontrado lo que estaba buscando… su lugar de
tranquilidad en medio de la tormenta y el acceso al alma de su hijo/a. Tanto la
madre como el bebé están en calma y serenos, navegando hacia la orilla de su
casa. La mujer puede que desee descansar en los brazos de su pareja o crear un
lugar para recuperar su energía. No ha terminado con su viaje, deberá manejar
olas grandes que la esperan delante, pero ahora mismo se encuentra en paz.
Este es uno de los momentos más importantes del
trabajo de parto.
Durante muchos años no se reconocía esta etapa del
parto en nuestra cultura. Una vez que la madre alcanza la dilatación completa,
normalmente es motivada para pujar fuera a su bebé. Pero en el paradigma
holístico, esta etapa, que dura entre 20 y 30 minutos (aunque puede ser que
sólo dure 5 minutos o se extienda durante horas), es el tiempo para que la
madre recupere y recolecte su energía para el momento del nacimiento. El
trabajo de parto parece detenerse, las contracciones se detienen del todo o se
espacian y desaceleran, y la mujer puede quedarse dormida o quedar en una
estado de quietud, en un trance meditativo. Todos esperan en el silencio hasta
que resurgen las contracciones.
La quietud es mucho más que descansar y reagrupar.
Cuando has escalado la montaña más alta y finalmente llegas a la cima ¿qué
haces, correr luego luego de regreso? ¡Por supuesto que no! ¿Simplemente
descansas para el viaje de regreso? ¡Pues no! Abres los ojos y observas. Verás
que has llegado hasta este lugar para poder ver tu visión. Hasta puede ser que
tengas un momento sagrado, separado de todos los otros momentos de tu vida.
Puedes recibir.
Esta puede ser la cumbre del estado alterado. Las
ondas cerebrales cambian a Delta, el patrón más lento y profundo que tenemos,
que nos permite el acceso al mundo de conocimiento profundo, grandes
entendimiento y máximas experiencias. Este el reino de la transformación.
De ser el caso, la mujer recibe y entiende
conocimientos relacionados con el nuevo ser que está pariendo. Recibe
sabiduría, a la que es fácil acceder en esta altitud y en este momento de
realidad alterada. Luego nos lamentamos que no se nos entrega un manual para
criar a nuestros hijos, pero esto no es cierto. En este momento podemos tener
acceso a información esencial sobre nuestro hijo… un manual. Este es un momento
clave del viaje y la mujer desea ser respetada y alcanzar la soledad para vivir
esta fase de su parto.
Esta etapa es diferente en cada parto y para cada
mujer, pero en los partos donde la mujer no necesita responder a ninguna
expectativa o no tiene una programación específica de cómo debería
desenvolverse el trabajo de parto, he visto que este intervalo dura entre 20 y
30 minutos. Al final de este periodo, las contracciones empiezan de nuevo y la
mujer es despertada al estado consciente. Ya está lista para bajar la montaña,
llevando información muy preciada. Se encamina al borde la marea venidera.
VI. "La marea".
Primera fase de segunda etapa.
La madre pone los pies en la tierra de nuevo. Sin
embargo, el regreso de las contracciones no significa que la mujer esté lista
para empezar a pujar al bebé. Durante la etapa de la marea la madre está
presente, asombrada, y consciente de que su cuerpo está empezando a bajar al
bebé por el canal vaginal. Siente al bebé moviéndose, siente un acelere dentro
de ella y un estado de alerta que le permite moverse detrás y al frente a
través del inconsciente, subconsciente y la realidad ordinaria. Sabe que algo
es diferente, sabe que el parto es inminente, pero no está apurada. Está
bajando de la montaña con paso tranquilo… revitalizada, reflectiva, recordando
lo que ha visto.
Las contracciones pueden volverse más fuertes e
intensas, y el útero hace algo muy distinto a lo que hacía cuando estaba
escalando a la cima. El cérvix está completamente abierto y las contracciones
comienzan a mover al bebé a través del canal vaginal y hacia el periné. Puede
ser que la madre tenga pequeñas ganas de pujar en las contracciones, pero en la
mayoría no lo hará, sólo dejará que las contracciones deslicen al bebé por sí
mismas. Sentirá mucha presión y quizá tenga intención de pujar, pero la
urgencia incontrolable de empujar al bebé no está presente todavía. En su
sabiduría, la mujer entiende que no necesita pujar fuerte todavía. Necesita
esperar a que el bebé esté ahí. La madre está concentrada, receptiva, viva y alerta.
Todavía está entre los mundos, pero es una mujer nueva. Viva y activa, la madre
les dice a todos: “háganse para atrás. Estoy a punto de tener un bebé”.
Encuentra su propia posición, su propio ritmo. Su mirada está situada en la
orilla, está volviendo, cargando un gran regalo.
Las mujeres suelen sentir bien el momento de la
marea. Sin importar lo cansado o exhaustivo que haya sido el viaje, la madre
experimenta un segundo aire, una nueva descarga de energía y emoción. Ahora el
parto se vuelve un evento más activo- el estado receptivo de entre los mundos
da paso al estado activo de la marea. La mayoría de las mamás se cubren con un
intenso poder. La sensaciones se consideran fuertes y poderosas, más que
dolorosas. Una mujer que está alerta, de pie y bajo su propia autoridad sabrá
instintivamente qué hacer. Encontrará el lugar, la posición y el ritmo
apropiados para el trabajo que está haciendo. Sabrá, totalmente, cómo parir a
su bebé. Las mamás suelen vocalizar durante el trabajo de parto. En las fases
tempranas (embarcación) platican y están receptivas al ambiente. Cuando el
parto avanza y la mujer alcanza el velo (parto activo, 5 cm) se vuelve callada
y responde a su ambiente interior. Su vocalización puede cambiar a suspiros,
sonidos guturales, de ooommmm o de aaahhhh. Cuando la mujer se mueve a entre
los mundos estos sonidos aumentan en profundidad (no en exceso, ni se vuelven
insoportables) y en su intensidad. La mujer quizá empiece a mecerse,
balancearse y gemir, y entregarse totalmente a la experiencia poderosa que está
viviendo. Durante la llamada puede que invoque en voz alta al Universo, a su
pareja, o al alma de su hijo/a, normalmente de modo grave y permaneciendo
centrada, pero de vez en cuando extendiéndose para compartir la intensidad del
viaje con sus acompañantes. Hay veces que la mujer pide consuelo en estos
momentos. Hay otras en que se sumerge más profundamente en sus propios reinos.
Durante la Quietud el silencio prevalece. Luego, cuanto la madre empieza a
navegar por las grandes olas, sus sonidos cambian. Siguen siendo profundos y
fuertes, pero los sonidos que surgen de la mujer pariendo son los sonidos de
apertura, hay un canal que se está limpiando y todo se quita del medio.
Es importante saber que hay mujeres que pasan
directamente de la Quietud a la siguiente etapa: Las Olas Grandes. He visto en
algunos partos, sobre todo de mujeres que están teniendo a su segundo o tercer
bebé, que despiertan de la quietud ya con el bebé en el periné y listas para
empezar a pujar.
Continúa...
Leído en: Facebook "Antropología del nacimiento".
Publicado por: Placentera.com http://www.placentera.com/6/archives/10-2013/1.html