“Si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes.”
Tú y yo nos teníamos que
encontrar aquí, y ahora, precisamente a través de este taller. Nada en la vida
sucede por accidente. No existen las coincidencias, o como expresara Carl
Gustav Jung, se trata de causalidad. Los que verdaderamente existen son los
momentos en plena sincronía, y el momento en que escribí y lo mande por
Internet, esto debía sincronizar con el momento en que tú decidiste leerlo. Así
debía suceder y así está sucediendo.
Sé bien que puedes dudar de esto,
sin embargo, con el paso del tiempo te percatarás de que. Así funciona la
maravilla del Universo en el que tú y yo nos desenvolvemos. Desde hace años
tuve la dicha de darme cuenta de que así suceden las cosas, todo es por algo y
ese algo siempre es algo bueno, sea lo que sea. Existe una sincronía perfecta
de sucesos en la vida para que todo marche como debe ser, todo está ya
perfectamente planeado. Y lo más bello aún, es que esta sincronía de eventos en
la vida, aún siendo un plan perfecto, nos permite gozar de nuestra libertad.
¡Qué ironía, pero al mismo tiempo qué maravilla! Más adelante me permitiré
explicarte más.
Por el momento anhelo compartirte
lo extremadamente feliz que he sido a veces. ¿Alguna vez has llorado por
experimentar tanta dicha en tu vida? ¿Has llorado por sentir tanta emoción por
existir, al contemplar las maravillas que Dios nos depara en cada momento? Yo
he llorado a ese grado y es algo sublime. Ojalá lo hayas experimentado, e
incluso ojalá lo experimentes con singular frecuencia.
Últimamente he viajado como nunca
antes, visitando los lugares más bellos y conociendo a gente extremadamente
valiosa y humana por razones profesionales. No puedo estar más agradecido por
todo, y es que no te imaginas la mágica realidad que se vive con una nueva
conciencia. Suceden tantas cosas que cualquier otra persona calificaría como
"inauditas", y la verdad no es otra cosa más que la magia
-milagros-que se experimenta en todo momento de la vida cuando uno deja de
querer ser quien organiza todo y empieza a dejarse fluir por los designios de
orden superior que han sido diseñados para cada uno de nosotros. En mis últimos
viajes, he dictado conferencias en Chetumal, Cancún, Manzanilla, y en algunas
otras partes, incluso fuera del país en lugares muy, muy lejanos. Lo que me ha
sucedido en cada una de esas localidades ha sido sencillamente espectacular.
Desde el "aparentemente
simple hecho" de encontrarme una pequeña nota tirada en la calle con
información valiosísima para mi viaje, hasta una "aparentemente
simple" llamada telefónica que nos cambió la vida a mi padre y a mí en
cuestión de segundos. Y todos estos cambios resultaron ser formidables e
incrementaron nuestra emoción por existir como nunca antes. Por ejemplo, me
encontraba en la bellísima ciudad de Cancún, disfrutando éste bello lugar,
cuando percibí una "voz interior" que me dijo: "...háblale a tu
papá e invítalo a que venga contigo a Cancún".
Así lo hice. Lo llame y aceptó la
invitación de inmediato. Desde ese momento hubo magia; él es una persona en
cuyo estilo de vida suele estar todo "perfectamente bien planeado y con
mucha anticipación", y haber aceptado una, invitación vía telefónica para
viajar fue algo que salió de la norma. El concierne del hotel en el que me
hospedé había resultado ser el presidente de conciernes a nivel nacional, mismo
que me había invitado a dictar una conferencia en su congreso seis meses atrás,
y en esta ocasión volvíamos a encontramos, pero ahora en un lujoso hotel.
Cuando llegó mi padre lo invité a
cenar a su restaurante preferido. Ahí, empezó a hablar con mucha nostalgia de
un bello pasado, cuando unos diez años atrás íbamos de vacaciones a Cancún, él
y yo solos, y recordaba cuánto le gustaba cantar con el mariachi de un famoso
restaurante de comida mexicana. A mí también me entró la nostalgia. Yo todavía
estaba estudiando la escuela profesional cuando en vacaciones de verano íbamos
con singular frecuencia a Cancún. Ahí veía a mi padre feliz; se relajaba tanto,
se divertía tanto, que al verlo así yo era feliz también. Luego, el tiempo
pasó, y nuestras ocupaciones nos distanciaron un poco (o un mucho). Y esta vez,
cenando solos en Cancún, mientras nos emocionábamos por la magia de un recuerdo
y tomábamos ya el café al final de nuestra cena, súbitamente entró un grupo de
mariachis al restaurante. ¡Se trataba del mismo mariachi que acompañaba a mi
padre diez años antes!
No lo podía creer. A mi padre le
brillaron los ojos como nunca. La energía que emana un mariachi siempre es algo
espectacular, y esa noche no fue la excepción. Luego de entrar con el clásico
Son de la negra, varios de los integrantes del mariachi reconocieron a mi papá
y se acercaron a saludado efusivamente. Cuando mi padre les dijo: "...me
gustaría cantar con ustedes", el director respondió con un:
"arránquense muchachos", y mi padre cantó con un entusiasmo
desbordante.
Qué más te puedo contar, todos
dejaron sus mesas para ver quién cantaba tan bien y con tanto sentimiento. Los
meseros gritaban: "...otra, otra, otra". Yo estaba con lágrimas en
los ojos y con un nudo en la garganta para ese entonces. Pensaba:
"...cuántas cosas han cambiado en mi vida. Cuántas maravillas estoy
viviendo en esta nueva conciencia. Cuánta dicha me rodea..." Esa mañana,
ni mi papá ni yo llegamos a imaginar que estaríamos cenando la noche de ese
mismo día juntos en Cancún, él cantando tan feliz como hace diez años, iY con
el mismo mariachi y en el mismo lugar de siempre! ¿Coincidencias? ¿Fantástico
accidente? Lo dudo. Más bien creo que fue una hermosa sincronía. Fue algo que
teníamos que vivir -o mejor dicho, teníamos que volver a vivir. En experiencias
como ésta se dice: "si lo hubiéramos planeado, no nos habría salido tan
bien". ¿Verdad que a ti también te han pasado cosas similares? Pues esta
sincronía todo mundo la vive. Sólo hay que dejarse fluir y enfocar nuestra
mente en el bien, la verdad y la belleza.
Uno de los conceptos que ha sido
"piedra angular" para generar una alta autoestima es que la mente
atrae lo que piensa. Eso es innegable. Basta con que uno empiece a enfocar su
mente en valores de orden superior, en la divinidad, en el bien y la verdad,
para que en su debido momento y cuando la sincronía marque la perfección del
suceso, éste aparezca en nuestras vidas. Así funciona esto. Así es como lo he
llegado a entender.
Uno es libre de elegir en todo
momento, aunque Alguien, quien genera el orden perfecto del Universo, por el
amor que nos tiene, ya sabe lo que vamos a elegir; pero nopor el hecho de que
Él ya sepa, nos impide tener la libertad de elegido. Es como cuando una madre
que quiere tanto a su hijo lo lleva a comprarse una camisa. El amor hace que ella
cuide de él tanto, que lo conoce cada vez más y, así, la madre puede saber de
antemano los gustos de su hijo, y cuando éste va a comprar la camisa, la madre
ya sabe qué color elegirá, pero el hecho de ya saber nunca le impide a su hijo
tener la libertad de elegir el color de su camisa. Cualquier padre que lea esto
sabrá, por experiencia propia, de lo que estoy hablando.
Por eso, siempre conservamos
nuestra libertad, aunque ya todo esté planeado por Alguien que, al amamos
tanto, ya sabe los desenlaces y el cómo deben funcionar las cosas para lograr
la perfección del Universo, misma que no tiene por qué casar connuestra propia
idea de perfección individual. Ésta es la razón por la que muchas veces, cuando
nos sucede algo doloroso o decepcionante, cuando nos acontece lo que percibimos
como una gran desgracia, hay que intentar entender que aun ese hecho es parte
de la sincronía para lograr una perfección superior.
Continuará...
Juan Carlos Fernández.
Publicado en: http://www.diapordiamesupero.com/2013/04/sincronia.html