Imagina que eres una niña de trece años. Vamos a hacer un
breve recorrido por diferentes culturas del mundo para conocer algunas maneras
de celebrar tu primera menstruación.
Imagina que eres una niña Apache. El día que
empiezas a menstruar, te sientes muy orgullosa porque sabes que todo el pueblo
va a celebrarlo contigo. Vas a la cabaña de tu madrina con una pluma de águila
para darle la noticia. Ella te va enseñar todo lo que necesitas saber para
convertirte en mujer. Primero vas a una cabaña especial, y te quedas sola
durante un tiempo. Haces un ayuno para limpiar tu cuerpo. Cuando estás lista,
tu madrina te explica que te ha bajado la regla porque ahora eres fértil y
podrás tener tus propios hijos. Te enseña muchas cosas sobre la menstruación,
la fertilidad, la sexualidad, la contracepción y los rituales femeninos.
Mientras estás aprendiendo con ella, las mujeres te hacen un vestido especial.
Tu madrina te prepara para tu ceremonia, enseñándote un baile especial. Por
ultimo, hay una gran celebración con toda tu comunidad. Recibes muchos regalos
y bendiciones, y después, como “dadora de vida”, das tus bendiciones a la tribu.
Ahora vamos a la tribu Aiary, en Brasil. Cuando
anuncias la llegada de tu primera menstruación, toda tu familia y tus amigos se
juntan contigo. Tu madre corta simbólicamente tus trenzas de niña, y todos te
piden un pelo para la buena suerte. Durante un mes, hasta tu próxima
menstruación, solo puedes comer pan y pescado, para purificar tu cuerpo y tu
mente. Al llegar tu segunda regla, tu padre se levanta al amanecer y canta una
canción especial, invitando todo el pueblo a una fiesta donde puedes comer todo
lo que quieras!
Continuamos nuestro viaje, cruzando el océano Atlántico.
Llegamos a Nigeria, a la tribu Tiv. El día de tu
primer período, tu comunidad te ve como dadora de fertilidad y portadora de
buena suerte. Caminas sobre todos los campos de tu pueblo, bendiciendo el suelo
y propiciando una gran cosecha. Durante una ceremonia en tu honor recibes un
tatuaje de fertilidad bajo tu ombligo. A partir de ahora lo enseñas
orgullosamente a todo el mundo, mostrando que ya no eres una niña.
Ahora cruzamos el Océano Índico y acabamos nuestro recorrido
en Sri Lanka. Aquí tomas un baño especial el día que llega tu
primera regla. Con ello dejas de ser niña y sales del baño como mujer joven.
Llevas un vestido blanco, el color de la iniciación. Tu familia prepara una
celebración en la que recibes muchos regalos y deseos para una vida feliz, sana
y próspera.
Volvemos a la cultura occidental. Aunque vivimos
en un contexto completamente diferente, podemos encontrar en estas historias
ideas e inspiración para este momento tan importante en la vida de una niña.
Algunos de estos ritos todavía se practican hoy, otros se han perdido. Sería
fácil romantizarlos, y ni siquiera sabemos exactamente como estas niñas han
vivido estos acontecimientos. Pero lo cierto es que en la sociedad moderna
empezamos la menstruación con presupuestos y actitudes muy distintas.
A través de varios grupos de mujeres de Inglaterra, Canadá,
Estados Unidos y el Estado Español interesadas en redescubrir la mujer, hemos
compartido nuestras primeras experiencias de la menstruación. Salvo unos padres
que abrieron una botella de cava, todo el mundo a nuestro alrededor respondió
con una mezcla de vergüenza, secreto y trivialidad – cuanto menos se hablara de
ello mejor, excepto para darte algunas toallitas sanitarias. Sentimos una gran
falta de información, y una gran falta de reconocimiento del cambio que estaba
sucediendo dentro de nuestros cuerpos y emociones. A la vez sentimos ilusión,
curiosidad, excitación, orgullo, confusión, miedo, tristeza y pena. Todas
sabíamos intuitivamente que algo estaba muriendo —que de alguna manera era el
fin de la infancia y se abría un mundo nuevo y desconocido. En los momentos de
transición en la vida, como el nacimiento y la muerte, los seres humanos
siempre necesitamos reconocer y honrar estos cambios en un entorno social con
algún tipo de rito.
En el caso de la primera menstruación, es un acontecimiento
que en nuestra sociedad vivimos de una manera muy solitaria, sobre todo porque
la menstruación en sí se ve como algo desagradable, inconveniente y que
preferiríamos que no existiera. Al mismo tiempo, hay una creciente voluntad de
que nuestras hijas, que las niñas de la próxima generación lo vivan de una
manera diferente —que se sientan más preparadas y más acompañadas. El valor
que asignamos a la primera menstruación está relacionado con el valor que nos
asignamos como mujeres. Siempre llevamos la memoria de esta
experiencia con nosotras, e influye de una manera profunda sobre nuestra
autoestima y nuestra salud.
Claves para mejorar la relación con la menstruación.
Al transmitir el valor y los dones del ciclo menstrual a las
niñas, tenemos una gran oportunidad para reconciliarnos con la menstruación y
descubrir su tesoro escondido. Quiero compartir y recomendar dos cambios que me
han ayudado durante los últimos siete años a transformar profundamente mi
relación con mi propia menstruación, y por tanto, con mi naturaleza femenina.
El primero fue el hecho de observar y anotar las diferentes etapas de mi ciclo
menstrual a través de un “diagrama lunar”. El segundo fue dejar de usar
tampones y compresas desechables, sustituyéndolas por productos reutilizables.
Cuando una amiga me dio un calendario lunar y sugirió que
empezara a apuntar el primer día de cada regla para ver en que fase estaba la
luna, no vi qué relación podía haber. Pero me pareció algo más que una
coincidencia cuando me di cuenta de que el ciclo medio de cada mujer es de 29,5
días, exactamente el mismo tiempo que tarda la luna en girar alrededor de la
Tierra. La palabra menstruación viene del latín mens, “mes”,
palabra a su vez derivada de la raíz indoeuropea me-, relacionada
con “luna” y “mes” (en inglés moon y month) y
también con “medir” (pues los ciclos de la luna fueron la primera forma de
medir el tiempo). Cuando un grupo de mujeres viven y trabajan juntas, suelen
menstruar al mismo momento, sea con la luna nueva (lo mas común) o con la luna
llena.
Al principio, sólo era consciente de sentirme muy irritable
y sensible unos días antes de la menstruación, y notaba por supuesto la regla,
que era para mí una gran molestia, porque era muy dolorosa durante dos o tres
días. Poco a poco empecé a ser más consciente de mi estado de ánimo, mis
deseos, mis sueños, mi nivel de energía, y mi sexualidad durante todas las diferentes
fases de mi ciclo menstrual, y, a la vez, de su conexión con la luna. Esto es
muy tangible, por ejemplo, cuando el principio de un nuevo ciclo, después de la
regla, coincide con la luna creciente: siento una energía renovadora y fresca,
inspiración y claridad mental, al mismo tiempo que la luna se está renovando.
Cuando me acerco a la ovulación, muchas veces me siento más sociable, sexual,
abierta y creativa, muy explícitamente si la luna está llena, y de una manera
mas interna si la luna está nueva. Después de la ovulación, empiezo a percibir
más mi lado interno y suelo tener menos energía. Surgen los famosos malos
humores de la etapa pre-menstrual, que ahora entiendo cada vez más como una
oportunidad de afrontar desequilibrios en mi vida, sombras y heridas que desde
mi inconsciente piden mi atención, para sanar y traspasarlas.
Ahora cuando viene la regla, siempre que es posible, creo un
espacio acogedor para retirarme del mundo, para soñar, escribir, pintar o estar
en silencio, reflejando la luna menguante y oscura que también se esconde del
mundo. En muchas tribus cuando las mujeres menstruaban al mismo tiempo, se
retiraban a un recinto especial a pasar su sangrado, mientras los hombres y las
ancianas hacían sus tareas. Se le consideraba el tiempo en que una mujer se
encuentra en el nivel más alto de su poder espiritual, por lo cual la actividad
más apropiada era descansar y acumular sabiduría. Si creamos tal espacio, puede
ser un momento muy creativo, intuitivo y transformador, en el que dejamos el ciclo
pasado, limpiamos nuestro útero y nos preparamos para otro.
Sin embargo, vivimos en una sociedad altamente masculina y
linear, en que la realidad laboral y individualista hace muy difícil que las
mujeres descansen durante unos días al mes como sus cuerpos lo piden. Dentro de
lo posible, es una oportunidad para apoyarnos entre mujeres y recibir el apoyo
de nuestras familias, para que podamos retirarnos una vez al mes y seguir el
ritmo de nuestros cuerpos, o por lo menos ir más despacio, y reconocerlo y
honrarlo como un estado especial.
Para muchas mujeres que conozco, la experiencia de la
menstruación también ha cambiado significativamente desde que no utilizan ya
los tampones y compresas convencionales. Solo el hecho de tirarlos en la basura
refleja el profundo desprecio de nuestra cultura hacia la sangre menstrual, que
es vista como algo básicamente sucio y desagradable. Cuando me di cuenta de que
estos productos contienen dioxinas y materiales sintéticos que dañan a la vez
mi salud y la del planeta, vi que podía reutilizar una esponja marina especial
y una copa menstrual de silicona para recoger mi sangre. El hecho de tener
contacto directo con tu sangre al lavar la copa o la esponja en agua me hizo
afrontar muchos prejuicios y pensamientos negativos. Pero con el simple acto de
verter este líquido rojo en la tierra de las plantas, entendí que las células
que mueren en mi útero y son transportadas en la sangre menstrual son un
alimento para la tierra, lleno de hierro y otros nutrientes. Los mismos ciclos
de la naturaleza —las estaciones, la luna, el sol— están reflejados dentro de
mi propio cuerpo. Lo que muere da a luz. Ahora no es algo repugnante, sino
símbolo de mi fertilidad, de mi esencia femenina, y de mi conexión con la
tierra. Cuanto más la menstruación sea normal y apreciada en nuestra vida
familiar, más preparadas se sentirán nuestras hijas, y también nuestros hijos,
para el día que llegue la primera regla.
Celebrar la primera regla de nuestras hijas.
Hoy en día hay mucha variación entre las edades de la
primera menstruación de una niña —desde los ocho hasta los quince años— y su
experiencia y lo que querrá hacer dependerá mucho de su edad y de su carácter.
Huelga decir que lo importante es que sea tal como ella decida, y que hemos de
evitar imponer inconscientemente lo que nos ha faltado a nosotras. Hay ideas en
las historias del principio y en muchas otras culturas que podemos adaptar a la
realidad de niñas de hoy. Se pueden poner en práctica el mismo día del primer
período, durante el primer mes, o con la siguiente luna nueva. Si es posible
hablarles de ello con antelación estarán más preparadas.
Algo muy sencillo y muy bonito que vemos en todas las
celebraciones tribales es el simple hecho de ofrecer un regalo a la chica, o
que escoja uno —por ejemplo un ramo de flores, una joya (como una piedra roja o
una piedra de la luna), un pañuelo rojo, una vela roja, una caja especial, un
diario, o una pulsera con la fecha inscrita… lo que le guste a ella. Que se
tome su tiempo para hacer cualquier cosa que le ayude a sentirse feliz con su
cuerpo cambiante, por ejemplo un baño especial con pétalos, velas y aceites
esenciales, un masaje o un nuevo maquillaje. También puede señalar este
cambio con un nuevo corte de pelo o ropa nueva. Podría ser el momento de
ponerse al día con su habitación y con sus pertenencias, por ejemplo guardando
o regalando sus libros de infancia, decorando su habitación de otra manera, o
desprendiéndose de cosas que ya no utiliza. Si ha tenido un mote de niña,
podría cambiarlo ahora. En Zimbabwe las niñas escogen un nombre nuevo a partir
de su primera menstruación.
Vemos en muchas culturas la importancia de contar con una
mujer con experiencia que acompañe y enseñe a la niña durante esta transición.
Normalmente no es la madre, sino alguien con quien las dos tenéis buena
relación y en quien ambas confiáis. Aunque los padres pueden también desempeñar
ese papel, ella puede explicarle los diferentes elementos del ciclo menstrual,
de la salud sexual, la contracepción, el embarazo, las relaciones y sus
derechos como mujer, por ejemplo. Con eso empezamos a recuperar el papel de la
‘mujer sabia’ que iniciaba las niñas en los misterios femeninos.
En diversos ritos vemos que las niñas pasan un tiempo solas,
en la naturaleza. Esto podría adaptarse por ejemplo a una tienda de campaña en
el jardín, en casa de su madrina, o simplemente tomando un baño especial. En
muchas culturas los sueños de la joven durante su primera menstruación son muy
importantes —si los recuerda los puede apuntar en su diario. Puede empezar
desde el principio a expresar su creatividad durante la menstruación, por
ejemplo, haciendo con barro una figurita femenina como una sirena o una diosa y
decorándola con caracolas o piedras. O se podría organizar con ella una excursión
hacia un lugar especial como una cueva o un dolmen. O plantar un árbol, por
ejemplo uno que de fruta roja, y verter su primera sangre junto a él, o
enterrarla en una tela, como hacen en la tribu Luvale en Zambia.
Si ella quiere celebrarlo con más gente, se puede organizar
una “fiesta roja”, en que todas las decoraciones, la comida, las bebidas, y la
ropa que lleve la gente sean rojas! Esto se hace en Japón. Por último, si
quiere, podéis crear una ceremonia que tradicionalmente se celebra con la luna
nueva después de la primera regla. Normalmente sólo asisten mujeres, y los
hombres de la familia colaboran en la preparación, o solo en una parte de la
ceremonia (también es importante reconocer la transición que representa este
momento para los padres). Una posibilidad es que cada niña o mujer que venga
traiga una cuenta roja con un deseo, para hacer con ellas un collar o una
pulsera especial que le recuerde este día. Las mujeres que ya menstrúan pueden
también compartir con ella algo de su propia experiencia que le sirva como
mujer. Es un momento para despedirse simbólicamente de su infancia y para
sentirse bienvenida en esta nueva fase de su vida. ¡Las posibilidades son
ilimitadas…! A pesar de los prejuicios persistentes de nuestra sociedad que
tendrá que afrontar, haremos que se sienta lo más apreciada y respetada posible
en este momento único y especial de su vida.
Publicado por: Sophia Style.