martes, 10 de febrero de 2015

Científicos detectan células de los hijos viviendo en el cerebro de sus madres.


Células de sus hijos viven por años en el cerebro de las madres. La conexión entre madre e hijo es mucho más profunda de lo que pensamos; realmente el ser humano es un organismo plural, constelado por sus ancestros a nivel celular

Sabemos que células migran entre la madre y  el feto a través de la placenta, incorporándose a distintos órganos. Pero el nivel y la duración de esta migración no fue reconocida hasta poco tiempo, luego de que científicos empezaron a descubrir células masculinas viviendo en mujeres años después del embarazo.
Este fenómeno se conoce como microquimerismo. Un estudio examinó los cerebros de mujeres que habían muerto, descubriendo que el 60% de los cerebros contenía células masculinas. El microquimerismo es el resultado del intercambio celular a través de la placenta, pero recientemente se descubrió que esto también ocurre a través del cuidado maternal propio del amamantamiento e incluso se ha observado que los gemelos también intercambian células en el útero. Científicos consideran la posibilidad de que células de un hijo anterior puedan pasarse a otro hijo más joven a través de la placenta en su posterior gestación. Las mujeres pueden mantener células microquiméricas de su madre así como de sus embarazos y si tiene evidencia de que existe competencia entre las células de la abuela y de los hijos en la madre.
No se sabe del todo cual es la función de estas células pero se cree que pueden participar en la restuaración del tejido de manera similar a las células madre y se cree también pueden tener un papel en el sistema inmune. Se ha encontrado una mayor cantidad de células microquiméricas en la sangre de las mujeres sanas en comparación con mujeres que tiene cáncer de mama.
El mundo de las células microquiméricas prueba una vez más que el ser humano es esencialmente plural, es una colonia de seres, no sólo conectados a través de lazos emocionales sino también sociobiológicos. El individuo no existe: estamos hechos de muchos. La conexión entre la madre y el hijo es más profunda de lo que se imagina.