domingo, 24 de marzo de 2013

En el vientre materno...






En el vientre de una mujer embarazada se encontraban dos bebés. Uno pregunta al otro:
-¿Tú crees en la vida después del parto?
- Claro que sí. Algo debe existir después del parto. Tal vez estemos aquí porque necesitamos prepararnos para lo que seremos más tarde.
- ¡Tonterías! No hay vida después del parto. ¿Cómo sería esa vida?
- No lo sé pero seguramente... habrá más luz que aquí. Tal vez caminemos con nuestros propios pies y nos alimentemos por la boca.
- ¡Eso es absurdo! Caminar es imposible. ¿Y comer por la boca? ¡Eso es ridículo! El cordón umbilical es por donde nos alimentamos. Yo te digo una cosa: la vida después del parto está excluida. El cordón umbilical es demasiado corto.
- Pues yo creo que debe haber algo. Y tal vez sea sólo un poco distinto a lo que estamos acostumbrados a tener aquí.
- Pero nadie ha vuelto nunca del más allá, después del parto. El parto es el final de la vida. Y a fin de cuentas, la vida no es más que una angustiosa existencia en la oscuridad que no lleva a nada.
- Bueno, yo no sé exactamente cómo será después del parto, pero seguro que veremos a mamá y ella nos cuidará.
- ¿Mamá? ¿Tú crees en mamá? ¿Y dónde crees tú que está ella?
- ¿Dónde? ¡En todo nuestro alrededor! En ella y a través de ella es como vivimos. Sin ella todo este mundo no existiría.
- ¡Pues yo no me lo creo! Nunca he visto a mamá, por lo tanto, es lógico que no exista.
- Bueno, pero a veces, cuando estamos en silencio, tú puedes oírla cantando o sentir cómo acaricia nuestro mundo. ¿Sabes?... Yo pienso que hay una vida real que nos espera y que ahora solamente estamos preparándonos para ella...

Autor desconocido.
Edición Daniel Cipolat.


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jueves, 21 de marzo de 2013

Entrevista con el doctor Frederick Leboyer. Parto y nacimiento.



En la historia reciente del siglo XX, se hablará de antes de Leboyer y después de Leboyer. Aunque ha habido algunos notables predecesores, Leboyer fue el primer médico, jefe de servicio hospitalario, que se interrogó sobre el traumatismo del nacimiento y las condiciones en que éste se practicaba en los hospitales modernos del mundo llamado “desarrollado”.

En su investigación personal, decidió a renunciar voluntariamente a sus funciones y a sus títulos para consagrarse a escribir libros, a hacer vídeos y propagar la idea de que es posible otro nacimiento que sobrepasa la limitada dimensión médica.

P: Pregunta.
R: Respuesta.

P: El nacimiento me parece el ejemplo tipo de suceso único en el tiempo, de un hecho absolutamente no reproductible. ¿Algo que desafía la aproximación científica?

R: Ciertamente. Cada instante es nuevo, cada nacimiento es distinto. Quererlo abordar científicamente es un error. Como la ciencia solo se interesa por los hechos reproductibles, está por su esencia misma alejada de la verdad. Sólo es posible aproximarse a la verdad mediante símbolos, parábolas, ya sean cristianas o de las otras mitologías, incluso las que empleaba Freud. Cuando la aproximación científica no funciona, desgraciadamente, pensamos que hacen falta más conocimientos, más investigaciones, más créditos y que entonces sabremos. Hay que tomar otro camino, otra actitud, otra perspectiva. Hay que considerar que la ciencia sólo es verdad entre ciertos límites. Más allá, ¿qué somos? Lo ignoramos. Pero vivimos aún en esta ilusión del siglo XVIII y XIX que pretende que la ciencia podría finalmente explicarnos todo.

El nacimiento es un cambio de nivel. Y es por ello que hay que dejar de verlo como un problema médico, biológico, fisiológico. No hay que mirarlo con nuestros ojos de médicos, ni de seres humanos. Es otro lenguaje, otra dimensión, como la muerte. El nacimiento es una intersección de la duración, una entrada en el tiempo cotidiano, ordinario.

P: ¿Dónde empieza y dónde acaba?

R: Es el problema del tiempo. ¿Dónde comienza el tiempo?

Entreveo cada vez más, sin entenderlo completamente, que todo lo que he escrito sobre el nacimiento se aplica de hecho también a la muerte. Es la muerte que estoy intentando contar, comprender, adivinar. No es un paralelismo lo que veo entre ellas ni una simetría, sino otra cosa.

Pienso que este miedo intenso del nacimiento, que es a la vez el que vive la madre y el que vive el bebé, tal vez es el miedo de su muerte precedente.

El miedo es el problema central. Y en cada uno de nosotros existe un agujero negro, una zona en la cual no queremos ir de ningún modo. Ignoramos su existencia; hasta tal punto es aterradora. Pero hay que aproximarse a ella suavemente, con persistencia.

P: ¿Cómo hacer para desembarazarnos de esto?

R: La única forma de liberarnos es tener miedo. Pero, habitualmente, tenemos miedo de tener miedo. Hay que aceptarlo e ir a ver. Alguien puede ayudar por su presencia, su tranquilidad interior, puede ayudar a daros el coraje para entrar en los miedos. Es muy peligroso y no creo que esto se pueda hacer en un seminario que dura de 2 a 3 días. Hay que vivir completamente cerca de un maestro que se volverá vuestro padre y vuestra madre, que está ahí, noche y día, y que nunca os dejará solos, pero de hecho estáis completamente solos, puesto que en el fondo la muerte es la soledad. Pocas personas tienen la capacidad, la fuerza, la disponibilidad, el amor y la motivación interior para asumir una responsabilidad tan importante. Hay que tener cuidado de a quién nos dirigimos.

P: ¿Nos falta un poco de discernimiento?

R: Todos tenemos una falta de discernimiento. Si pudiéramos juzgar a las personas que pueden ser capaces de ayudarnos a este nivel, ya no los necesitaríamos. Tenemos derecho a equivocarnos, pero esta equivocación puede ser peligrosa.

El hombre también tiene miedo aunque no lo sepa siquiera. Sus miedos son tan fuertes, tan profundos, tan escondidos en el fondo del subconsciente que tenemos miedo de confesárnoslos. Es preciso hacerlo. Observé que tras mis conferencias y las proyecciones de mis películas, siempre son los hombres los que plantean las preguntas. Lo esencial de la angustia vivida durante el embarazo es angustia del hombre que la mujer absorbe inconscientemente. Esta angustia es mucho mayor en el hombre que en la mujer porque la vida pasa a través de la mujer y no a través del hombre. Los hombres nunca conocerán esto, y esto es algo para ellos inadmisible, inaceptable. Es lo desconocido absoluto, un misterio incomprensible, un terreno en el cual nunca podrán aventurarse. Su mente lo interpreta completamente diferente de lo que lo hace la mujer.

P: Si la mujer es receptiva a la angustia del hombre, éste tiene pues un gran papel que jugar desde el nacimiento y antes, en la preparación para colocar en el mundo a un niño.

R: Habría incluso que decir que la mujer debería protegerse de su hombre... ¡No!. Si se protege de él, se corta de él y no debe hacerlo. A partir del momento en que se encuentra fuerte, a partir del momento en el que ha ampliado sus raíces o toca su fuente, puede percibir de forma diferente la angustia de su marido, que es la angustia de su infancia y de su nacimiento. Puede suavemente atraerla, pacificarla, calmarla, liberarla. Una mujer es a la vez la hija, la hermana, la madre de su marido y, mucho más aún, un baile en el cual los papeles, las polaridades cambian, se invierten. Por el hecho mismo de que esta angustia sea aceptada, mientras que había sido negada por la madre del marido, desaparece.

P: ¿Cómo puede intervenir el padre en la relación madre-feto?. Pienso que debe ser con mucho amor, con una gran aceptación del uno y del otro. Debería dejar que las cosas sucedieran, incluso si no comprende siempre lo que sucede.

R: Es decir, que debería desaparecer y esto es lo que le aterroriza. El hombre siente que su mujer ya no está ahí completamente con él. De pronto, aparece un intruso en su pareja. Tiene la impresión de perder a su mujer, de ser engañado o relegado.

El hombre debería aceptar porque no tiene otra opción. Debería tener la sabiduría de dejar que su mujer se fuera con ese amante perfecto, absoluto, que se encuentra en su vientre.
Una amiga que tuvo dos hijos me dijo estas palabras maravillosas: “cuando una mujer espera un bebé, a partir de un cierto momento, entra en un estado extraordinario, ya no espera nada, está llena”. En la vida, esperamos siempre algo, un libro, una película, un amante, un hijo... Ella había salido de la duración, en la medida en que estaba completa. Este estado de plenitud donde por fin no esperamos nada porque nada falta es indescriptible...

P: Sin duda nos acercamos a la experiencia mística...

R: Exactamente. Los hombres intentan revivir lo que le sucede naturalmente a la mujer. No pueden lograrlo más que volviendo a su propio nacimiento puesto que ellos mismos no pueden dar a luz. Todos los caminos iniciáticos son retornos al seno de la madre para revivir este estado de fusión total.

P: Para que la mujer pueda vivir plenamente esta dimensión ¿no sería preciso que parte de estas preocupaciones terrestres de orden psicológico o médico puedan ser olvidadas o apartadas?

R: No. Cuando estáis enamorados, ¿acaso os ocupáis de vuestra fisiología? No necesitáis nada, nada os afecta. Muchas mujeres que he encontrado han vivido así su embarazo a partir del quinto o sexto mes. Estaban en un estado de gracia.

P: ¿Eran fortalezas?

R: Sí, nada podía afectarlas, nada podía sucederles. El marido tiene dificultades para soportar estos embarazos bendecidos, maravillosos. No soporta no poder seguir a su mujer, no poder vivir lo que ella vive. Entonces, si no llega a integrarlo o a comprender su angustia, busca poner en práctica todo el arsenal de lo racional –la genética, la higiene, la asepsia, etc...– para luchar contra ella. Todos estamos ahí. Comprender y comenzar a entrever qué mecanismos se encuentran detrás de esta angustia ayuda a liberarnos de ella.

P: ¿Qué sucede en la conciencia de una mujer en el momento del parto?

R: La mujer que ha tocado las profundidades de sí misma deja de estar limitada en su cuerpo durante el parto. De golpe se vuelve una, con la Madre Divina, es decir, con la vida, con la tierra. Percibe que algo sucede a través de ella. El miedo de la gran experiencia iniciática donde de golpe se caen los nudos del pequeño yo mental. Esta fantástica ampliación del campo de conciencia da tanto miedo que la mujer se defiende de ello desesperadamente. Se agarra a cualquier cosa. Está ahogándose y entonces es preciso que una persona que ya haya vivido esto, que ya se haya ahogado, tenga el coraje de decirle “ahógate”, que la deje ahogarse, morir. Pero a menudo se muere ante nuestros ojos: he visto a mujeres volverse blancas, verdes, tener sudores fríos, su cara se hundía como la de una agonizante. Han pasado por la muerte, después han vuelto a la vida.

P: Debe ser extremadamente difícil no hacer nada en estos casos.

R: Muy difícil, imposible incluso, en la medida en la que no habéis revivido y sobrepasado vosotros mismos esta angustia. Es por eso por lo que los médicos tienen pánico. Porque nunca han rozado estas cosas y se cierran en cuanto afloran. Entonces hacen una perfusión, hacen cualquier cosa, se agarran a la técnica para no revivir sus propias angustias del nacimiento. La acción desanuda siempre la angustia. En el fondo, el que asiste a un nacimiento difícil o peligroso, durante el cual se aproxima desde muy cerca de la muerte, comienza a ver surgir su propia angustia ante la muerte y dice: “Señora, su niño está en peligro” y hace algo para aliviar su propia angustia.

Pero cuando una mujer vive esta experiencia hasta el final, ¡qué transformación!. Una amiga que la vivió en su tercer hijo me dijo después, que este niño era verdaderamente su primer parto, que lo había vivido de cabo a rabo porque había descendido al fondo del abismo y había remontado. Su vida se transformó después completamente.

P: ¿La tecnología moderna no es peligrosa? o ¿no aporta un peligro suplementario en la medida en que encuentra siempre nuevas astucias para evitar afrontar esta angustia?.

R: Absolutamente. Hay que aceptar esta dimensión de la angustia y de la muerte. Cuanto más se le da la espalda, más presente está. Estar vivo es aceptar la muerte que es siempre posible. Negarla a cualquier precio nos conduce directamente al “mejor de los mundos”. Creemos que es la falta de hospitales, de dinero, de monitorización, lo que impide alcanzar el 0% de mortalidad. Pero es una ilusión creer que podríamos llegar a ello. No quiero con esto decir que deberíamos ser fatalistas. El hacer o el no hacer es difícil. Lo que no impide que el médico juegue su papel: no debe dejar morir a sus pacientes. Pero debe aceptar también esta dimensión del fracaso y hacer que la gente la comprenda.

P: ¿A partir de qué momento el niño está vivo? La respuesta a esta pregunta parece condicionar la actitud que se toma con relación a él.

R: ¿A qué llamáis vivo? ¿Físicamente vivo? Entonces está vivo desde la concepción, desde el instante en que el espermatozoide entra en el óvulo, donde se produce la mitosis. Todo esto está vivo, se mueve, se transforma.

P: No hay discontinuidad de la vida en la división celular, ya sea en una bacteria o en un ser humano, pero hay un momento donde aparece la conciencia.

R: Tengo que ser honrado en esto y os responderé que no sé nada, puesto que no deberíamos responder más que en el nombre de nuestra experiencia personal. Dicho esto, parece que habría una conciencia antes incluso de la concepción, pero no sé nada de a qué podemos ligarla materialmente.

P: Tal vez existe, pero no se encarna más que en un cierto momento.

R: Lo ignoro. Es muy peligroso abordar este tema con el lenguaje hasta el punto de que Buda mismo se negaba a responder. Debo contentarme con citar anécdotas que nos aproximan un poco a la comprensión del buen nacimiento que he intentado describir.

Tomemos las cosas al revés. ¿Qué sucede después del nacimiento? Vemos que para el niño, el hecho de nacer es hasta tal punto intolerable que se niega a nacer de todas las formas posibles. Lo niega con su cuerpo, cierra los puños, los ojos. No está ahí. Simbólicamente sigue siendo un feto. ¿Cómo vencer su miedo al mundo? El miedo desaparece desde el momento en que se pueden encontrar referencias. El miedo absoluto es lo desconocido absoluto, de ahí la importancia del baño. Reencontrando este elemento acuático, el niño vuelve a revivir una percepción ya conocida y familiar. Pero hay que hacerlo entrar en el baño extremadamente lentamente, empezando por los pies, hacerle revivir su nacimiento a la inversa. El gesto, la respiración, deben ser continuos. El niño entra en el agua, retorna al seno materno. Es a la vez nacido y no nacido. No nacido puesto que está de nuevo en esa relajación absoluta y nacido puesto que ya no está en el útero. Entonces, empiezo a masajearlo muy suavemente y se ve que empieza a mirar. No se contenta con abrir los ojos, mira. De la misma forma, se puede uno preguntar sobre cuando el niño está ahí durante el embarazo. Una mujer sensible que ha hecho un cierto trabajo sobre sí misma lo percibe. Os citaré el maravilloso testimonio de Francoise Dolto. Cuando esperaba a su primer niño, un día, al remontar la calle se encontró de pronto persuadida de que alguien la seguía, pero no había nadie. Siguió andando y después de unos minutos tuvo la misma impresión, se volvió y no encontró a nadie. Al cabo de 4 ó 5 veces de tener esa sensación, comprendió que era su niño. Estaba aproximadamente en su sexto mes de embarazo. A partir de este momento supo que alguien estaba ahí.

Desgraciadamente, es poco frecuente que las mujeres sean tan conscientes de lo que sucede durante su embarazo. En la escuela les han hecho cultivar el cerebro izquierdo únicamente y han sido cortadas de esta dimensión no ya instintiva, sino intuitiva.

P: Pero ¿a parte de estos casos excepcionales...?

R: En general, hacia el quinto mes, la mujer siente que el niño está vivo. Se mueve, da golpes con los pies, posee un hígado, un cerebro, etc., pero no está ahí de la misma forma. Las diferentes tradiciones religiosas colocan la entrada del alma en el cuerpo del niño en edades diferentes...

En el fondo, el momento en el que el niño nace es cuando la mujer lo siente, no físicamente por sus movimientos, sino cuando percibe su presencia. A partir de este momento, debería darle como mínimo un ¼ o ½ hora de escucha todos los días. Aconsejo a las mujeres embarazadas encerrarse en una habitación, solas, y decir a su hijo: “estoy aquí, ahora, te escucho”. Si no se hace, no lo escuchará jamás.

P: Nacer es nacer al mundo, es estar en el mundo. En tanto en cuanto el niño no lo ha reconocido o no ha aceptado el mundo ¿ha nacido realmente?.

R: No lo sé. Pero podemos decir que cuando el niño ha aceptado su nacimiento está aquí. Antes está vivo. Ha salido de su madre pero no está aquí. Para hacerle aceptar su nacimiento hace falta mucho amor, desinteresado, amor neutro que no pide nada.

P: ¿Se termina el nacimiento?

R: ¿De qué nacimiento hablamos? Hay el nacimiento de un niño, es decir, su venida al mundo. Una mujer pare un bebé que sale de ella. Pero también hay el nacimiento, el renacimiento personal.




Alfredo Embid
Publicado en la Revista Asociación Medicinas Complementarias nº 71
www.amcmh.org

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miércoles, 20 de marzo de 2013

Ser como "invisible" para los demás.



Nadie parece notarte, prestarte atención, ni darte mucha (si acaso alguna) consideración. A veces pareciera que nadie te presta atención. Aunque esto puede crear sentimientos incómodos de falta de respeto, irreverencia e incluso abuso, debes saber que las personas que no te están “viendo” se encuentran en un espacio completamente diferente. En el viejo mundo, muchas personas todavía no han evolucionado a partir de sí mismas, y por lo tanto, están viendo a través de una pared sustancial de densidad o ego. Todo se trata todavía acerca de lo que hay dentro de ellos, puesto que todavía no están listos para ver que todo a su alrededor es parte de un hermoso todo, que todos y cada uno de nosotros somos una luz brillante que compone ese todo, y que todos somos uno. Mientras más alto vibramos, más invisibles nos volvemos, y más notable es. Tú sabrás cuando seas “visto” y "reconocido", y éstas son las personas con las que a la larga decidirás pasar tu tiempo. Los espíritus de la naturaleza siempre nos ven, y es maravilloso pasar el tiempo en torno a ellos. Permanecer en tu santuario personal también puede ayudar. A medida que más y más almas en el planeta empiezan a no tomar las cosas personalmente, van a ser liberados y empezar también a ver lo que está a su alrededor.



Compartido por El Despertar de la Conciencia (Los Síntomas)

martes, 19 de marzo de 2013

Fases lunares


Según la medicina tradicional china, la circulación de la sangre y de la energía vital guarda una estrecha relación con los periodos lunares. Por esto, resulta preciso regular y estimular el flujo de la energía vital y de la sangre antes y después de la menstruación.

Luna Nueva: 
Luna negra, relacionada con el arquetipo de la sabia, de la bruja. Es una etapa de profunda transformación interior, de oscuridad en la que se generan todas las formas de la existencia.
Es un momento pasivo, de introspección, cuando las energías físicas están al mínimo, pero se activan todas las psíquicas. 
Es un momento perfecto para desprenderse de lo viejo e inservible, y para sentir, para estar en silencio y percibir la energía de todo lo que nos rodea, para dejar la acción y estar receptivos.
Cuando la luna empieza a crecer llega el mejor momento para emprender cualquier idea, proyecto o deseo que haya surgido de este estado de interiorización, llega la época para sembrar. Esta etapa contiene el impulso para la fase posterior de crecimiento.

Luna Creciente: 
La luz crece. Esta asociada con el arquetipo de la virgen, la que esta receptiva a cualquier experiencia nueva, con énfasis y alegría. Aquí empiezan a manifestarse las energías que hemos recibido en la etapa de la bruja. Es un tiempo de acción física y social, para ponernos en movimiento.
Ahora la energía es radiante, mundana, y extrovertida. La semilla que plantamos ha brotado.

Luna Llena: 
La luna es un espejo, refleja toda la luz del Sol, es el momento de plenitud de florecimiento, el tiempo de los frutos. 
Esta fase la asociamos al arquetipo de la madre, la que nutre y sustenta todas las formas de vida. 
La energía esta en su máximo esplendor. Si en este momento estamos equilibrados podemos percibir las energías mas sutiles y elevadas, captar las relaciones con los demás de una forma sencilla, humana y plena. En esta etapa aumenta nuestra sensibilidad.

Luna menguante: 
Es el momento de recoger los frutos, de evaluar lo que sembramos consciente e inconscientemente.
Fase asociada al arquetipo de la doncella. La que puede experimentar toda la energía sexual sin miedo, libremente. 
Entre la luna llena y la luna nueva, el cuerpo tiende a eliminar las toxinas, optimizando los efectos de una dieta depurativa. 
El ciclo lunar se cierra, y en esta etapa comenzamos a dirigir de nuevo toda la energía hacia nuestro interior. 
Es hora de purificar, de relajarnos, centrarnos, y compartir aquello que hemos aprendido, y conectar con nuestros deseos para volver a sembrar.

lunes, 18 de marzo de 2013

Fases emocionales del duelo


Shock
Esta etapa puede durar unos minutos o varios días. Es ese momento en el que la conciencia de que lo que está ocurriendo nos cae encima como un jarro de agua fría. El cuerpo se queda bloqueado, quieto, mudo...

Negación
No queremos creer lo que ocurre. Sensación de que la realidad es sueño y de que lo irreal es verdadero. Pensamiento habituales son: "No es posible que esto me esté ocurriendo a mí", "No puede ser", "Ahora oiré el despertador y me despertaré en mi cama"...

En esta fase pueden permanecer todas esas personas que nos dicen: "ya tendrás otro", "hay que vivir"... Es su manera de no revolver su propio pasado y sus propias creencias. Quién sabe si estas personas no pasaron por experiencias similares y en lugar de crecer, negaron sus sentimientos de pérdida. Se han convertido en "ciegos" que no ven el dolor ajeno porque un día decidieron no ver el suyo propio. 

Negociación
Empezamos a creernos lo que está ocurriendo y comienza una negociación contra reloj con Dios, contra el Universo, contra todos nuestros valores anteriores. "Si dejo de fumar, si hago reposo, si me porto bien... ¿me recuperaré?". Algunas veces, da resultado, y nos dicen que no todo está perdido, que con mucho reposo o esta medicina o lo que sea, nos recuperaremos y tendremos al bebé. Las más de las veces, la Vida no está en nuestras manos.

Ira 
La ira sana, la que lleva a defender/se, a buscar responsabilidades más allá de uno mismo y devolverles la parte de responsabilidad que no nos corresponde. Y recuperar la dignidad. Sólo cuando esta etapa esté vivida se podrá pasar a la siguiente.

Tristeza
La tristeza serena. Cuando uno ha expulsado toda la rabia y, por fin, puede llorar. Llorar por quien se ha ido y ya no estará más; llorar por esa parte de uno mismo que también perdemos irremediablemente; llorar por la situación que muere para dar paso a otra tal vez no tan agradable. Llorar por una misma, por el dolor que desgarra, porque el llanto calma y las lágrimas saladas desinfectan y ayudan a sanar la herida; llorar por el dolor de nuestros semejantes, que se asemejan a nosotros más que nunca; llorar por el Dolor con mayúsculas.

Aceptación
La aceptación supone haber aprendido a soltar cada día la mochila que sin querer vamos cargando. Mochila que lleva el peso de quienes no están y de quienes estando, no lloran a los que no están. Y ése es un peso que nos imposibilita continuar adelante.

Soltar, aflojar, sanar, caminar sin pesos, con la cabeza bien alta y el sol y la brisa acariciándonos las mejillas...

Siempre que haga falta, sin vergüenza, sin pesar por "haber fallado", por haber caminado hacia atrás, por no sanar más rápido (todo lo rápido que los demás quisieran por lo incómodo que les resulta nuestro llanto hondo y sincero).

Todas estas fases no hay que tomárselas como algo lineal, una etapa no ocurre a continuación de la otra. La Vida es una gran Rueda y todo tiene su tiempo. Cuando pasa todas las fases, comienzas otra vez. Nunca es lo mismo, porque ya tienes un conocimiento previo. De hecho, lo que he descrito sería un paso previo a la sanación.

Realmente, la primera vez que pasamos por todo esto no nos enteramos de nada. Normalmente, después de la fase de Negociación, solemos entrar en una fase depresiva mezclada con ira. A las mujeres no se nos está socialmente permitido enfadarnos. Aunque se está comenzando a superar este tabú, lo cierto es que tenemos muchas dificultades para expresar nuestro enfado después de generaciones de adoctrinamiento en las que se nos ha dicho que "tenemos que ser buenas chicas". Como dice Klarissa Pincola Estés, somos lobas domesticadas, pero debajo de la falda y las puntillas, asoma una hermosa cola de Mujer Salvaje. 

Así que entramos en un tiempo en el que la ira queda hacia adentro, solapada por la tristeza (más socialmente aceptada, aunque no demasiado). Pero el que no vayamos por ahí soltando tacos y puñetazos, no significa que toda esa violencia no esté. Nos la comemos. La dirigimos hacia nosotras. Es una etapa marcada por el autocastigo (en mayor o menor grado) propiciado por la culpa (creencia irracional). Hasta que no se sea capaz de pasar de la culpa a la responsabilidad por uno mismo, no se pasará a las etapas siguientes: Ira Sana, Tristeza Serena, Aceptación...

El duelo es un camino de aprendizaje del que precisamente hemos de aprender algo, como un camino de iniciación, una oportunidad que nos da la vida para desperezarnos y recuperar nuestra naturaleza salvaje, nuestra Fuerza, la diosa arquetípica que habita dentro de cada una. Si no aprendemos en la primera vuelta, se nos darán todas las oportunidades que necesitemos, según nuestros tiempos de aprendizaje.

Así, la última fase del duelo será: Recomenzar la rueda siempre que haga falta.

Es bueno chequearse emocionalmente de vez en cuando y comprobar en qué fase me encuentro, o dicho de otro modo ¿qué estoy sintiendo en estos momentos?

Un duelo sano tarda en superarse (aproximadamente) entre un año o dos. A veces más. El duelo patológico puede prolongarse durante años en el tiempo solapándose con otros conflictos, sumándose a otros duelos no resueltos.

Cada persona pasa su propio proceso de elaboración del duelo. Hay quien necesita 6 meses solamente. Hay quien se detiene más en una fase o en otra...

Suele ocurrir que, aunque uno ya esté "mejor" según se acerca la fecha de aniversario en que sucedió el hecho traumático, parece que hay una recaída. Vuelven recuerdos, emociones, tristeza, malestar... Es normal. La Vida es un gran círculo que gira y nos vamos encontrando en el tiempo con determinadas experiencias. Pero no somos los mismos. Vamos adelante con nuestra mochila cargada de experiencia y sabiduría. Y herramientas con las que hacer frente a esos reflujos de dolor.

Muy importante: para hacer del duelo un momento pleno de nuestra vida: darse permisos, para llorar, reír, pedir abrazos, dar achuchones, cuidarse, quererse... Darse el tiempo que uno necesita. Para ello es fundamental conocerse y conocer el propio ritmo de sanación.

Escrito por Mónica Alvarez. 
Psicóloga, Terapeuta de Pareja y Familia, Kinesióloga.

Compartido por SolMunozDoula:

sábado, 16 de marzo de 2013

Mensaje de Amma.




Cualquier cosa que intentes para aumentar el amor en ti, nunca te acercará al Amor.

Si puedes realizar que no hay nada que realmente puedas hacer, ese es el comienzo del Verdadero Amor. En la Espiritualidad, el momento en que te vuelves Plenamente Consciente de que no hay nada que "Tu" puedas hacer, en ese momento todo ocurre.
Mientras sigas intentando, nunca podrás experimentarlo. Ese "intento" es el problema, ese "intento" te aleja de lo que estás buscando. Entonces debes tomar consciencia de que todo esfuerzo es inútil. Todo esfuerzo en el camino espiritual resultará inútil. Si puedes ser Plenamente Consciente de esto, entonces esta Realización te golpeará tan fuerte como una tonelada de ladrillos y finalmente todo Esfuerzo desaparecerá...

En el momento en que el esfuerzo ha desaparecido, estás Ahí.

"En el viaje del Despertar, el primer y el último paso es ser consciente de donde realmente estás."


Sri Amma Bhagavan.


 Compartido por Facebook: Ananda Diksha Chile. 

Testimonio Parto en Casa.



México. Hay colectivos de madres que unen a mujeres que quieren colectivizar la experiencia de la maternidad dentro de una sociedad urbana e individualista. Comparten experiencias, se acompañan, enseñan y aprenden junto con otras mujeres que no quieren que la crianza sea un acto privado.
Mara Montes, integrante de un colectivo, ofrece un relato del parto en casa en el que vio la luz Matilde, su segunda hija, acompañada de su familia y la partera, tal como lo decidió la madre.

Escribo estas líneas con una mano. Llevo así varias noches, cargando y amamantando, mientras trato de congelar el recuerdo de uno de los momentos más importantes de mi vida.

Matilde, mi segunda pequeña, nació el viernes 21 de diciembre de 2012. Sí, el día en que se iba a “acabar el mundo”, o por lo menos, el fin del 13 Baktún. En esta casa resultó que sí comenzaba una nueva era.

Mi Mercedes, de tres años y medio, nació en casa tras un embarazo con mucho vómito pero también con mucha salud. Este segundo embarazo fue muy distinto, especialmente porque casi al terminar el primer trimestre tuve una tremenda amenaza de aborto que me guardó en cama un mes y otro más me tuvo en reposo. Me levanté de la cama al final del verano con una barriga con la que no me había acostado, y con achaques varios por tanta inmovilidad. Fuimos directo al curso psicoprofiláctico en el mismo lugar donde lo tomamos la vez pasada. Volvimos porque quería estar lista para un parto en casa, con un equipo bien preparado, en la intimidad de mi recámara, con mi familia.

Durante largos meses sentí muchas más contracciones, algunas molestas, otras muy intensas y otras perfectas, que dejaban ver el vientre redondo, un útero fuerte preparándose para un trabajo que vendría meses después. En el curso, meses antes, aprendí que en el segundo parto las contracciones no son tan ordenadas como en el primero. Analizando mi experiencia anterior, nos dimos cuenta de que yo tolero bastante las contracciones, tanto que hace tres años creí que el parto apenas comenzaba cuando en realidad ya estaba casi al final, en la etapa de transición.

Como todos los jueves de psicoprofiláctico, Mercedes se fue a dormir con los abuelos. Rodrigo y yo tuvimos consulta de la semana 39 con Gloria, la doctora-partera que nos atendió en el nacimiento de Mercedes. Todo muy bien, bebé bien acomodada, empezando a encajarse, pero aún arriba. Hicimos la lista de las cosas necesarias para el parto en casa: protectores de cama desechables, bote de basura, recipiente para la placenta. Yo con contracciones, nada que mereciera mi atención.

Nos quedamos al curso, hicimos ejercicio, charlamos, y nos fuimos a casa porque estaba cansada. A la salida, le pedí a Rodrigo que manejara despacio, pues me incomodaban las contracciones “de chocolate”. Pensé que era porque estaba cansada. Pasamos frente al súper y pensé en bajar de una vez a comprar lo que faltaba de la lista, pero decidí ir ya a descansar: “Lo haré mañana”, pensé. Ya en casa, casi a las 11 de la noche,  me acosté a leer, a tontear en el celular, y se fueron casi dos horas. Las contracciones no cesaban a pesar de mi descanso.

A las 12:40 de la mañana le dije a Rodrigo que Matilde iba ya a nacer y aún no teníamos nada listo. “Tranquila, por favor, todo está listo, faltan detalles”, respondió. Pero recordé algo de la consulta: ¡Gloria había llevado a esterilizar los instrumentos a Iztapalapa! Rodrigo me dijo que él vio otros instrumentos. Le pedí que me preparara un taco para cenar. Juntos sacamos la ropita, cobijas y toallitas que ya estaban lavadas, el cambiador, las sábanas limpias de uso rudo; movimos un buró que estorbaba. El cubrecolchón para el parto estaba en casa de mis papás, pero pensé: “si le digo a mi mamá que venga, ¿quién se va a quedar con Mercedes?”. Mi papá solo no puede cuidarla.

Casi a las 3de la mañana le mandé un mensaje a mi mamá avisando que tenía contracciones y que seguramente el parto sería el día siguiente. Creo que ya no durmió. Nosotros nos acostamos en cuartos distintos y yo traté de dormir, pero las contracciones me despertaban. En una libreta escribí “21 del 12 del 2012, buen día para empezar” y anoté la hora en que sentí las contracciones. A las 4 de la mañana vi que no paraban, que estaban espaciadas entre siete y 12 minutos. Decidí meterme a la tina. Era hora de avisar a la doctora.

 Desperté a Rodrigo para avisarle que estaría en el agua, que estuviera pendiente de mí. Trató de comunicarse al celular de Gloria a las 4:11 horas. No respondió (no tenía pila), marcó a su casa… y no entró la llamada. Bueno, a relajarme un rato en el agua. Las contracciones, cada vez más fuertes, ya no en el vientre, empezaron a ser en las lumbares. Esto me sacó un poco de control, así que recordé el parto de Mercedes. “Tengo que concentrarme y relajar, relajar, relajar”, me dije. Media hora después salí del agua, la pelota no me acomodó mucho. Mi pelvis me pidió movimiento y bailé un poco las contracciones, una gran luna de cadera para pasarlas, bendita danza… y Gloria aún no respondía.

Le escribí un mensaje a las 4:46 de la madrugada. “Contracciones de 60 segundos cada siete minutos, más cortas si estoy en agua”. Era tiempo de avisar a mi hermana, casi a las cinco, para que fuera a casa de mis papás a cuidar a Merce mientras mi mamá venía conmigo. Seguí con contracciones, cada vez más intensas, y Ruy me ayudó a relajar presionando la zona lumbar. Sentí que perdía un poco el control al no conseguir localizar a Gloria, así que llamamos a Mireille. Estaba atendiendo otro parto y me preguntó si ya había llamado a la nueva casa de Gloria. “Ah, ¿se mudó?”. Nunca nos aseguramos de tener el número correcto, no sabíamos que se había mudado. Soy una despistada. En los papeles del curso venía el teléfono correcto. Ruy lo buscó, la llamamos y la encontramos al fin a las 6:15 de la mañana. Qué alivio.

Eran casi las siete cuando me metí a la tina otra vez. No aguantaba la intensidad de las contracciones, no estaba concentrada. Puse el agua de lo más caliente y me acosté. Me di cuenta de que me estaba asustando un poco. “No voy a tener miedo, no, ya pasé por esto, yo quiero esto”, me dije. Rodrigo estaba organizando cosas, acercando mesas, pero le pedí que no se alejara, que se sentara a acompañarme. Invoqué en voz alta a la fuerza milenaria de todas las mujeres que han parido, la fuerza de toda la humanidad: “Soy y me siento parte de esa fuerza, esto es lo que yo elegí, así lo quiero, claro que puedo”.

Entonces llegó mi mamá. Rodrigo continuó con la organización (quitó un buró, revisó la lámpara de emergencia) mientras mi mamá me acompañaba. Revisé las contracciones, cada cinco a siete minutos. El agua caliente me relajó, pero después de un buen rato me empecé a sofocar. Salí bruscamente de la tina, fastidiada por el calor. Traté de secarme, pero vino una contracción muy fuerte: “Rodrigo, corre, ven a apoyarme, presión”. Me puse mi bata pero ya no logré secarme. Mi mamá trató de ayudarme. Sentí que sudaba frío, que no lograba secarme ni caminar ni concentrarme, ¡qué tremenda intensidad la de estas contracciones! Mi cama está a dos o tres metros de mi baño, y tardé como 20 minutos en llegar hasta ella, pues cada paso traía consigo una gran contracción.

Llamé a Ruy, lo abracé y me colgué un poco en sus brazos mientras él me presionaba la espalda y aliviaba la fuerza de la contracción. Me sentí bien y segura, cuidada, pero qué cosa tan avasalladora. Rodrigo se fue a acomodar la cámara. En un punto sentí ya las ganas de pujar, así que pedí que llamaran nuevamente a Gloria. Ya estaba muy cerca de la casa. Me sentí aliviada, pues no quería sentir el pujo hasta no saber que ya era hora, hasta que ella me revisara. Sé mucho sobre el parto, y sé que, si aún no es tiempo, pujar podría hacernos daño.

Finalmente llegué a la cama que mi mamá y Ruy prepararon, me subí en cuatro puntos y pensé “ya no me voy a mover”. Así me encontraron Gloria, Lluvia -su hija ayudante- y Luna, la pediatra (ya sé… ¡qué combinación de nombres!). Las escuché correr, acomodar todo, pero no veía nada, estaba ya muy concentrada. De pronto vino una ola tremenda de contracción, apenas alcancé a avisar: “Gloria, ¡pujar!”, y ella vino y me revisó. Ya estaba completa la dilatación, la bebé aún arriba, pero no faltaba mucho.

Con la contracción del tacto se rompieron membranas. Yo, algo cansada ya, al oír que la bebé estaba un poco arriba no lo dudé ni un segundo. Decidí bajar al piso en cuclillas, como cuando nació Mercedes. No le di tiempo a nadie de nada. Es que mi cuerpo no me daba tiempo ya a mí. Rápido pasaron la silla para Rodrigo. Lo apresuré, no logró ni acomodar la cámara, y me acomodé en un segundo. Sentí que el cuerpo trabajaba para sacar a mi hija. Le pregunté a Gloria qué hacer y ella me dijo que no pujara, que sólo guardara la respiración durante cada contracción.

Sentí entonces la contracción poderosa que bajó su cabecita y escuché a Gloria decir: “Ya está ahí coronando”. Inmediatamente después llegó la siguiente contracción, que sacó su cabeza completa. Hasta la doctora pareció sorprendida, fue muy rápido y la cabeza ya estaba fuera, y no nos acabamos de dar cuenta cuando mi cuerpo sacó el cuerpecito entero de mi Matilde. ¡Qué placer, qué gozo! La tomó Gloria y se acercó la pediatra para secarla mientras yo la tenía en mis brazos. Me inundé de satisfacción, de logro, de amor loco, ¡qué ganas tenía ya de conocerte, Matilde! Escuché a mi mamá y a Rodrigo llorar suavemente de alegría.

Luna estaba secándola, pero pensé: “Es mi niña, yo soy su madre, no tengo miedo y quiero hacerlo yo”. Le pedí la toalla. Sequé a mi hija, la limpié de líquido y de sangre, la calenté en mis brazos y la puse en mi pecho. Sentí que succionaba fuerte, una guerrerita poderosa que acababa de nacer. Nos quedamos unos minutos deliciosos así, y ya que sentimos un poco de frío, la vistieron y le dieron los cuidados de recién nacido. Gloria nos mostró el cordón umbilical vacío, ya habían pasado a mi hija las células que tanto bien le hicieron, ya Rodrigo podía cortarlo. Escuché, mientras en una contracción última salía la placenta, la boquita de Matilde chupando sus propias manos; un ruido fuerte, presente, y supe que esta niña ya era.

Un mini desgarro, claro. Me avisó mi mamá que mi hermana ya había llegado con Mercedes y mi papá, pero no quise que entraran mientras me suturaban. Después de unos minutos no lo vi tan grave. Mercedes estaba preparada para presenciar el parto. Hablé por teléfono con ella y le dije que si recordaba que Matilde vendría pasando Navidad. “Pues adivina qué, ¡se adelantó la traviesita para darnos una sorpresa!”.

Mercedes entró en pijama a nuestro cuarto, con esos ojos de lucero miró a su hermana, sonrisa toda, y la besó de una manera tan espontánea, tan sincera. Luego miró curiosa lo que me hacían, le expliqué lo que pasaba, y no podía dejar de besar a su hermana, quien no podía dejar de tomar pecho, confiada en la sabiduría del cuerpo de su mamá.
 ¿Qué otra experiencia podría estar más llena de amor?


Testimonio recogido por Paulina Santibañez. Escrito por Mara Montes Margalli.   

Publicado el 11 de febrero de 2013

http://desinformemonos.org/2013/02/invoque-a-la-fuerza-milenaria-de-todas-las-mujeres-que-han-parido/

jueves, 14 de marzo de 2013

La mujer en la Tierra.




Mi corazón de mujer es rociado con el dulce néctar de sanación que la Madre Cósmica me entrega. En este momento soy parte del Círculo Sagrado de Mujeres de Luz, y unida a mis hermanas, activo mi fuerza espiritual para irradiar energía amorosa a través de mis manos y mi conciencia. Te pido Madre Cósmica que bendigas mis manos y las manos de mis hermanas en todo el mundo para poder canalizar aquí y ahora tu Luz Sanadora hacia la Madre Tierra. Te pido Madre Divina que hagas de nosotras un instrumento de tu paz. Te pido Madre Divina que hagas de nosotras un instrumento de tu Luz. Te pido Madre Divina que hagas de nosotras un instrumento de tu Amor. Ayúdanos a despertarnos como Mujeres Sagradas, guerreras del Amor, defensoras de la Vida. Acompañada por la Fuerza espiritual de todas mis hermanas envuelvo a la Tierra en una Luz intensamente Violeta y la limpio de todas las heridas. Libero en este instante su dolor y sufrimiento y envuelvo a la Tierra en una serena Luz Rosada, llenando de vibración amorosa cada rincón de este planeta. El poder gestante de mi útero se une al poder gestante de los úteros de mis hermanas, y entre todas formamos un círculo sagrado de protección para la Madre Tierra. Estando juntas y conscientes de nuestro poder femenino unificado, nuestro Amor es un arma concreta, más poderosa que cualquier arma de guerra. Abro en mis circunstancias actuales canales hacia la Gracia Divina. Me comprometo a Ser Guardiana de la Madre Naturaleza, amando y cuidando todo lo que la Diosa ha creado en la Tierra. Me comprometo a mantener viva esta oración día tras día, fortaleciendo el Círculo de Mujeres de Luz. A través de mis actos cotidianos me comprometo a sembrar Amor en la Tierra.


                             

Autor Desconocido.

Compartido por Mujer Arcoiris.






miércoles, 13 de marzo de 2013

Mango beneficios


El mango es un alimento de sabor exquisito, de fácil consumo y, además, muy saludable. Razones por las que se recomienda a cualquier edad.


Beneficios del mango

1- Por su contenido en potasio tiene un efecto diurético. Es muy bueno para personas que necesiten eliminar líquidos.

2- Tiene magnesio.

3- Un mango maduro de 200g aporta la cantidad diaria recomendada de vitamina C y un 30 por ciento de vitamina A. Es ideal para las personas que no toleran otras fuentes de vitamina C.

4- Los mangos tienen fenoles que son anti-oxidantes poderosos.

5- Es rico en hierro.

6- Es rico en selenio.

7- Tiene una enzima similar a la de las papayas que ayuda a tener una buena digestión. 

8- Por su contenido de vitamina B es recomendable para el buen funcionamiento del sistema nervioso, el metabolismo y la salud de la piel.

9- Se dice que el comer mango es una buena manera de prevenir la caída del pelo. 

10- Se cree que ayuda a combatir el insomnio, nos ayuda a estar más tranquilos y prevenir la debilidad muscular.

11- En la India son usados para tener una sangre saludable y por lo tanto útiles para mujeres durante el periodo o para tratar anemias.
                                      


  Compartido por La Bioguia
  http://labioguia.com/labioguia/el-mango-y-sus-propiedades/

martes, 12 de marzo de 2013

Decálogo de la Madre según la Psicogenealogía


1.-He parido un hijo que no es mío. Lo entrego al mundo.
2.-Este hijo no ha venido a cumplir mi proyecto, ni los proyectos de mi árbol genealógico, sino el suyo propio.
3.-No lo bautizo con ningún nombre ya presente en el árbol, ni con nombres que le impriman un destino.
4.-Se lo doy todo, lo crío con afecto, sin dejar de ser yo misma, sin adicción al sacrificio, sino con responsabilidad y desde la libertad.
5.-Le ofrezco herramientas que ayuden a construir el edificio de su propia vida, pero acepto que tome libremente las que el juzgue adecuadas y rechace las inadecuadas para él. Me doy cuenta que la mejor manera de enseñar a un hijo no es con mítines, ni con límites, sino con el ejemplo.
6.-Acepto que deje de llamarme “mamá” cuando él lo decida, para pasar a llamarme por mi propio nombre, porque así rompe lazos de dependencia y la relación entre ambos se equilibra.
7.-Le permito y facilito que tenga un espacio privado e íntimo en la casa que sienta como su propio territorio.
8.- En cuanto a la elección de sus amistades, de su carrera, de sus actividades de ocio, etc., le escucho, le doy mi parecer, pero no selecciono nada por él, ni le prohíbo ni lo obligo.
9.- Dejo que mi hijo cometa errores, que se caiga, que no sea perfecto. Comprendo que cada fracaso es un cambio de camino y con ellos se crece cada día; si lo protejo demasiado lo bonsaitizo, nunca será adulto.
10.-Jamás definiré a mi hijo (“es tranquilo”, “eres nervioso”, “es tímido”…), porque entiendo que los niños se forman su autoconcepto a partir de lo que sus padres dicen de él. Le transmito que dentro de él están todas las posibilidades del ser, lo es todo en potencia.


      Compartido por: Círculo de mujeres- Corazón de luna. 

domingo, 10 de marzo de 2013

Llegó el momento de actuar.


 

Abre tus ojos, la vida celebra. Extiende tus manos, la vida danza. Despierta tu corazón, la vida vibra. La existencia te invita que te sumerjas en la frecuencia del amor, para que tu divinidad humana estalle en infinitos colores. Un nuevo mensaje, disfrazado de palabras, viene a darte impulso. Hay que colorear la Tierra con fragancias sutiles. El mundo necesita que liberes lo más puro de tu esencia. Nuevos aires deben abrazar el cielo. Vinimos a sumar. Vinimos a irradias. Vinimos a transformar. Llegó el momento de actuar.

¿Cuánto tiempo más esperarás para dar el salto? Puedes traspasar las fronteras de tus limitaciones. Puedes volar más allá del horizonte. Sólo es necesario que recuperes la confianza. Tu espíritu sabe que tiene una inmensidad por dar. Hay una voz, que desde dentro, clama porque la escuches. No la silencies, es tu verdadera guía. Ignorarla equivale a quedar muerto en vida y condenarse a caminar en las sombras.

El futuro es sólo una proyección. El pasado sólo un recuerdo. Existe únicamente este instante. No sigas postergando por miedo. Nadie más que tú sabes cuántas ganas tienes de vivir una vida distinta, lejos de las presiones sociales y de los cuestionamientos sin sentido. Todo es cuestión de elección. Si siente que no estás donde tu alma se siente plena, date el permiso interno y simplemente salta. 

Ríe, sueña, ama, baila, disfruta, qué importa que se rían de ti. Haz cuenta que tu locura se vuelva contagiosa. Celebra con la existencia. La frecuencia del amor llama a tu puerta, ábrele. Deja que te impregne con su magia. Goza. Permítele que libere la presión de tu pecho. No deberías irte de este mundo sin haber dejado todos aquellos regalos que trajiste para dar. Sabes a lo que me refiero. Sólo tienes que animarte.


Julio Andrés Pagano, libro "Despertar, la clave para volvernos más humanos".

Los grupos de madres consiguen reducir la mortalidad neonatal.





Los grupos comunitarios de mujeres han conseguido una extraordinaria reducción de las tasas de mortalidad en algunas de las zonas más pobres de la India, según un estudio publicado en la revista científica Lancet, y presentado por el Dr. Anthony Costello en el Congreso Interatlántico sobre Parto e Investigación en Salud Primal, celebrado en Las Palmas de Gran Canaria del 26 al 28 de febrero de 2010. Además, el apoyo de los grupos de madres proporcionó una reducción significativa de la depresión materna y la mejora de la capacidad de las mujeres para tomar decisiones.

Cada año, alrededor de 4 millones de niños mueren en todo el mundo durante el primer mes de vida. Menos de un cuarto de los 68 países en los que se centraban los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU (reducción de la mortalidad infantil por debajo de los 5 años de edad en 2/3 para el 2015) están en camino de conseguir ese objetivo.

Un estudio anterior, llevado a cabo en Nepal y publicado en Lancet en 2004, apuntó que los grupos participativos de mujeres podrían conseguir un impacto significativo en la salud neonatal en los países más pobres, mucho más que el contacto individual con un profesional sanitario. En ese proyecto, se consiguió una reducción de la mortalidad neonatal de alrededor de un tercio.

Para ver si estas conclusiones se podían aplicar a otros países, los investigadores repitieron el ejercicio en Jharkhand y Orissa, dos de los estados más pobres de la India. En estas regiones mueren, respectivamente, 49 y 45 bebés de cada 1000 niños que nacen vivos, una tasa de mortalidad neonatal muy por encima de la media en la India, estimada en 39 de cada 1000 nacidos vivos. Como término de comparación, en Gran Bretaña esa tasa es de 4 de cada 1000 nacimientos.

Entre 2005 y 2008, un equipo de investigadores dirigido por el catedrático británico Anthony Costello, del Institute of Child Health, UCL (University College London), y el Dr Prasanta Tripathy, de la organización india de voluntariado Ekjut, evaluaron cómo afectaban los grupos de mujeres a la mortalidad neonatal y la depresión materna en las zonas donde se realizó la intervención, comparado con zonas donde no se impulsaron estos grupos participativos.

En cada grupo actuaron como facilitadoras mujeres reclutadas en la zona, respetadas en la comunidad, no profesionales de la salud, por lo general casadas y con alguna escolarización. El número de mujeres que formaron parte de los grupos fue aumentado de 1 de cada 6 mujeres en edad reproductiva (17%) durante el primer año, a más de la mitad (55%) durante el tercer año. En total, se registraron datos de 19.030 nacimientos durante esos tres años.

Las mujeres trabajaron a través de un “ciclo de acción comunitario” en cuatro etapas, identificar los problemas asociados al embarazo, el parto y el cuidado de los recién nacidos; desarrollar estrategias para hacer frente a esos problemas, como mejorar la higiene, conseguir fondos y producir sus propios kits básicos para el parto; trabajar con los líderes locales comunitarios, maestros, políticos y otros para implementar estas estrategias, y evaluar el éxito de estas intervenciones.

“Fue crucial que las mujeres pudieran pensar por sí mismas en los problemas y desarrollar sus propias estrategias para hacerles frente, más que decirles lo que tenían que hacer”, según el Dr. Nirmala Nair de la organización Ekjut “Pensamos que una facilitadora entrenada que apoya el aprendizaje entre iguales es más eficaz para conseguir un cambio duradero en el comportamiento que el enfoque tradicional basado en un instructor que enseña al que tiene que aprender”.

El efecto de las intervenciones fue espectacular: en el segundo y el tercer año del ensayo, en las áreas donde se impulsaron los grupos de mujeres la mortalidad neonatal se redujo en un 45%. En estas zonas también se redujo significativamente la depresión materna, en un 57%.

“Observamos un cambio en el comportamiento: mejores prácticas de higiene, y mejor cuidado de los recién nacidos”, explicó el profesor Costello. “Se pasó de prácticas perjudiciales como dar a luz en lugares sucios o retrasar el inicio de la lactancia, para mejorar significativamente la higiene básica por parte de los asistentes al parto, el corte del cordón umbilical y la respuesta inmediata de las madres a las necesidades de cuidado del recién nacido”.

Los investigadores creen que la mejora del capital social –el acceso al grupo proporcionó a las mujeres una mayor red de apoyo de iguales– fue el aspecto más valioso de los grupos y contribuyó a la mejora de las prácticas en el parto y el cuidado de los bebés, y en la reducción de la depresión materna. Eso también podría explicar por qué estos grupos tuvieron un éxito mucho mayor que las intervenciones directas de los profesionales de la salud.

“Muchas mujeres de estos grupos serían mujeres relativamente jóvenes, con matrimonios pactados por las familias, que viven sólo con su suegra o con una red muy limitada de amigas que le proporcionen apoyo”, explica Audrey Prost, de la UCL. “Los grupos empoderan a las mujeres para que tomen medidas preventivas y puedan hacer frente a los problemas de forma más efectiva cuando surjan. Si has estado en un grupo y surge un problema, tienes una red de apoyo inmediata a la que puedes acudir”.

Los investigadores estiman que el coste adicional de dar apoyo a estos grupos por cada vida salvada fue de alrededor de 910$. No obstante, queda abierta la cuestión de quién pagaría para apoyar este tipo de grupos: el gobierno estatal o federal, organizaciones no gubernamentales, o una combinación de los dos.

Los autores explican que “los grupos de mujeres facilitados por otras mujeres redujeron la mortalidad neonatal y la depresión materna moderada, con un bajo coste, en poblaciones ampliamente tribales, rurales, del este de la India. El mecanismo más probable de reducción de la mortalidad es la mejora de la higiene y las prácticas de cuidado”. Además, “los grupos participativos tuvieron la ventaja de ayudar a los más pobres, se pueden aplicar a mayor escala, tienen un bajo coste y producen efectos duraderos de gran alcance. Al enfocarse hacia su conciencia crítica, los grupos tienen la capacidad de mejorar las habilidades de la comunidad para hacer frente a las dificultades relacionadas con la salud y el desarrollo, surgidas de la pobreza y las desigualdades sociales”.

La revista Lancet publica un segundo estudio llevado a cabo por el mismo equipo, también sobre formación de grupos de mujeres, pero esta vez en Bangladesh. En este país, no se consiguieron resultados tan espectaculares como en la India. No obstante, en este caso, los investigadores creen que una serie de aspectos influyeron en los resultados: la imposibilidad de conseguir una red suficiente de grupos de mujeres, como ocurrió en India, o el reclutamiento de mujeres embarazadas como en el estudio realizado en la India.

Referencias

Manandhar DS, et al. Effect of a participatory intervention with women's groups on birth outcomes in Nepal: cluster-randomised controlled trial. Lancet. 2004 Sep 11-17;364(9438):970-9.
Abstract.

Tripathy P et al. Effect of participatory intervention with women's groups on birth outcomes and maternal depression in Jharkhand and Orissa, India: A cluster-randomised controlled trial. Lancet. 2010 Mar 5. [Epub ahead of print].
Abstract.

Azad, K. et al. Effect of scaling up women’s groups on birth outcomes in three rural districts in Bangladesh: a cluster-randomized controlled trial. Lancet. 2010 Mar 5. [Epub ahead of print].
Abstract.


Artículo publicado por Crianza Natural.